Lo llevo observando desde hace unos dos lustros. Cada día hay más fieles en la misa de diario y menos en la Eucaristía del domingo (aunque, lógicamente, en esta haya más que en aquellas, en términos absolutos). Y no hace falta reseñar que el cariño hacia Jesús Sacramentado parece ser más fuerte en quienes frecuentan la misa diaria que la de precepto.

Otrosí: el domingo mucha gente comulga y muy poca se confiesa. A lo mejor es que son todos santos y ninguno peca.

Dos aspectos sólo ligeramente preocupantes. Especialmente el segundo.