• Y encima empezamos a comprender que la corrupción no sólo afecta a los políticos sino a todo el mundo.
  • Y además, estamos, poco a poco, aprendiendo otra cosa: que la corrupción no debe utilizarse como arma política.
  • Eso no es más que hipocresía.
Por ejemplo, no hacer aspavientos puritanos con la corrupción. La corrupción se persigue y en paz. Hasta la policía y los jueces están aprendiendo. Pero la corrupción no se utiliza como arma contra el adversario, con la hipocresía añadida de ver la paja en el ojo ajeno e ignorar la viga en el tuyo. Y, otra ventaja, sin utilizar la corrupción pública como excusa para la corrupción privada. Y nos hemos vuelto austeros con la crisis. La crisis permanece, ya lo creo, y con sus causas y consecuencias de injusticia que hay que solucionar. Ahora bien, nos hemos vuelto menos finolis y nos hemos acostumbrados a gastar menos en lo innecesario… a pesar de que la propia economía nos obliga a gastos superfluos que no podemos obviar. En resumen, hemos ganado en austeridad y a partir de ahí se puede sembrar. No todo iba a ser malo con la crisis. Eulogio López eulogio@hispanidad.com