Ana Botín (en la imagen) ha empleado toda una junta de accionistas para justificar la mega-ampliación de capital de 7.500 millones de euros. En primer lugar, porque los accionistas minoritarios están cabreados dado que no se les ha permitido participar en el proceso. Y de poco les va a servir que hayan podido comprar barato durante la transición. A lo mejor lo que preferían era vender sus derechos de suscripción preferente.

Y también porque el problema de esa ampliación es porque Ana Botín se ha echado en manos de los fondos de inversión. Si ya sé que los institucionales no le han puesto pegas en la convocatoria del pasado sábado, en Santander. Por supuesto, como que ahora la tienen controlada. A quien le ponían pegas era a su padre, que les enfrentaba.

Al parecer, todos hemos aceptado el lugar común de que un buen banco no es aquel que tiene poca morosidad sino el que posee mucho capital. Es el tópico de moda, avalado por el sistema financiero internacional, que tiene a bien confundir en masa, todos juntos en la misma dirección. Sólo que el tópico es falso. Un buen banco es, independientemente de su tamaño, aquel que presta dinero y lo recupera con sus intereses. Ni más ni menos. Es decir, aquel que tiene la morosidad controlada.

La irresistible fuerza del prejuicio. Pues bien, un banco grande no es un banco bueno

Además, las continuas ampliaciones de capital en lugar de fortalecer a un banco le debilitan, porque aumentan la necesidad de dividendar. Conseguir una ampliación de capital no constituye un triunfo de hoy sino un fracaso para mañana. Y, en cualquier caso, el capital necesario para operar debe salir del dividendo no repartido, es decir, de las reservas. Mismamente lo hacían las cajas de ahorro, el mejor modelo financiero que ha existido nunca. ¿Qué así no se crece como desean los ambiciosos banqueros de hoy? Claro, pero ¿de qué se trata? ¿De engrandecer la propia figura o de servir al bien común?

Es más fácil romper el átomo que romper un prejuicio. Y lo de banco grande igual a banco bueno es el prejuicio favorito de la banca internacional de ahora mismo. El objetivo es crear un oligopolio de bancos sistémicos. Así, cuando quiebren, les volveremos a salvar entre todos.

Pero eso no significa que tengan razón.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com