Lo que ha hecho Ana Botín (en la imagen) con la mega ampliación de capital adoptada ayer jueves es terminar con la doctrina de la bicicleta que fue la mara de su padre, doctrina que se ha calificado así: si dejo de pedalear me caigo.

En definitiva, Emilio Botín hizo crecer el Santander tanto que se preocupó de remunerar convenientemente al accionista y esto le ha pasado factura. Ahora, la nueva Presidencia pretende volver atrás. Eso sí, con un último palo al minoritario: no habrá derecho de suscripción preferente porque se colocará de forma acelerada entre institucionales.
Cuidado con el capitalismo elitista. Los fondos no se responsabilizan de la gestión pero pueden hundirla

Además, ojo con los inversores institucionales. Es verdad, como asegura el consejero delegado del Santander, José Antonio Álvarez, se hace en beneficio del accionista. Sí, pero a medio plazo, que no deja de ser un brindis al sol. En principio, la ampliación es sólo para inversores institucionales, el minoritario se queda fuera y sin derecho de suscripción preferente. Luego se pagará más dividendo en metálico, ciertamente, pero será luego... y hay más títulos para dividendar.

Además, ojo con el capitalismo elitista, con el capitalismo de los fondos, que controlan todas las grandes corporaciones, porque no se responsabilizan  de la gestión pero pueden hundirla.

"Lo hacemos por los accionistas". A medio plazo puede pero, de entrada, se vuelve a castigar al pequeño accionista

Y luego está la propaganda: nadie, insisto,  nadie hace una ampliación de capital si no lo necesita. Asegurar, como hace la entidad, que amplía para crecer es una tautología. Amplia, porque el mercado estaba castigando su cotización. No me refiero a la sesión del viernes, pues el bajón ahí es el lógico y esperado en toda ampliación. Me refiero a la endeblez de los recursos propios del Santander, un banco que, por poner un ejemplo, es lo contrario de Kutxabank: más rentables que los vascos pero menos solvente. Ana Botín ha puesto orden en su capital, pero lo hace arriesgando mucho y, de nuevo, castigando, en inicio, al pequeño accionista.

Vamos, que Ana Botín se ha casado con los fondos, y los fondos son cónyuges siempre peligrosos.

Eso sí, financieramente la operación es buena, a fin de cuentas se trata de reducir el área dólar, una divisa que, si el precio del petróleo continúa donde está, se seguirá devaluando. Lo cual no tiene por qué ser malo.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com