No fue un peluquero, sino un barbero, quien me proporcionó la frase –al parecer refrán- que mejor resume la actual situación de la crisis de las pensiones: “De donde se saca y no se mete, el fondo se ve”. Al parecer viejo refrán español por mí desconocido.

Cada vez hay más pensionistas, cada día hay menos jóvenes, y la proporción entre clases pasivas y activas se dispara. La bomba demográfica no consiste en que haya mucha gente, sino en que haya pocos jóvenes. El sistema de reparto, reparto entre generaciones, significa que el cotizante de hoy no está cotizando para su pensión, sino que está pagando la pensión que ahora mismo cobran sus padres. Otra cosa es el sistema de capitalización donde uno ahorra para su propia vejez, capitalizando sus propios ahorros para el futuro.

Es más, en puridad, en un sistema de reparto aquel que no haya tenido hijos no debería tener derecho a pensión por muchos años que hubiera cotizado, porque serán los hijos de los demás quienes abonen su pensión cuando pase a la condición de clase pasiva. Algo muy injusto, sin duda.

Necesitamos un salario maternal para tener más hijos. En un sistema de reparto, quien no haya tenido descendencia no debería cobrar la jubilación

Un panorama en el que un Gobierno tan demagogo como el de Pedro Sánchez, con una ministra de Seguridad Social como Magdalena Valerio, reina de las demagogas y de las mentirosas, la España de los ancianos, que es la España del siglo XXI, corre el riesgo próximo de vivir al borde de la pobreza y encima amargada porque los políticos, o los ricos, o no se sabe quién, no les ayudan. La verdad es que no podrían ayudarles ni aunque quisieran.

Los españoles necesitan algo tan sencillo como esto: un verdadero líder que les diga los españoles que el envejecimiento y consunción de la población española es de tal calibre que sólo puede curarse con cirugía dura, con dos medidas:

  1. Que dejemos de ser egoístas y tengamos más hijos… para lo que no resultaría contraproducente poner en marcha un salario maternal, una ayuda a las madres que críen a sus hijos, trabajen fuera o se queden en casa.
  2. Lo anterior es lo principal pero, a corto plazo, la crisis de las pensiones sólo se soluciona retrasando la edad de jubilación. No hemos querido tener hijos y ahora no podemos permitirnos el lujo de jubilarnos ni, mucho menos, de prejubilarnos.

No hemos querido tener hijos y ahora no podemos permitirnos el lujo de jubilarnos ni, mucho menos, de prejubilarnos

Decimos en broma que jubilarse es de cobardes, pero pronto deberemos decirlo en serio. O mejor: nos veremos obligados a aceptar que, por muchos años que hayamos cotizado, deberemos seguir trabajando.

Pero una clase política tan mentecata como la española prefiere mentirnos, asegurándonos de que si se crea empleo suficiente e introducimos inmigrantes podremos salvar el sistema de jubilación. Como si las primeras generaciones de inmigrantes pudieran cotizar lo que necesita la Seguridad Social española. Y mientras, en Bilbao, miles de jubilados se manifiestan para exigir al Gobierno que suban las pensiones.

De donde se saca y no se mete, el fondo se ve. Y estamos tocando fondo.

¿Alguien ha reparado en que la nómina de las pensiones (9.600 millones de euros por 14 pagas) ya alcanza el 10% del PIB español anual? Y como hoy me siento generoso voy a obviar le detalle de que tan pesaroso dato ignora las pensiones no contributivas, punta de lanza de la izquierda socialista y podemita.