Lo contamos en nuestras Minucias Radiofónicas: 

Se trata de un afrodescendiente cabreado, que denuncia al Estado español (Comunidad de Madrid) por racismo contra su hija, en un colegio público madrileño.

Quiere que le indemnicen por los comentarios racistas realizados por sus compañeros de colegio.

Desde luego hay que enseñar a los chavales a respetar a los demás y a no perseguir ni insultar a nadie por el color de su piel.

Ahora bien, exigir una indemnización -de alrededor de 24.000 euros- a la Comunidad de Madrid es decir, al Estado, por el acoso sufrido en un centro escolar por su hija… ¿Acaso le acosó el Gobierno de la Comunidad de Madrid? Los niños, los profesores, la dirección del centro…

Debemos acoger al inmigrante pero, ¿no debería el inmigrante estar agradecido al país que le acoge, a España?

El inmigrante tiene la obligación de estarle agradecido a España

Sí, piden dinero a la Comunidad autónoma porque la escuela era pública.

Pero, allá al fondo lo que late es la idea de que los malos, los racistas, somos los españoles. Y es una idea que encuentra mucho eco, porque a los españoles nos encanta flagelarnos y porque los de la piel de toro sólo entendemos una guerra: la guerra civil. Hay que acoger a los inmigrantes y con ganas… pero también hay que dejar claro a los inmigrantes que deben respetar y estar agradecidos al país que les acoge.

Y en cualquier caso, ¿a qué viene la tontuna de llamar a los negros Afrodescendientes o sursaharianos? Los negros son negros y a mucha honra. Porque yo no soy norsahariano ni suralemán.

No es racismo llamarle negra o mulata, a una niña cuya piel tiende al negro, de la misma forma que no supone un insulto llamarle blanca una niña que se aproxima la blanco. Racismo es insultarle por ello.