Buen resumen el que hace Crónica Global sobre la jaula de grillos en que se ha convertido la Cataluña política en el ‘procés’. Porque el lío no sólo alcanza al separatismo catalán, sino al otro frente: a las peleas en el seno del constitucionalismo catalán y al intento, tanto por parte de la antigua CiU como del señor Bosch, la esperanza del Ibex-35 para Cataluña, de recuperar el catalanismo españolista. Algo que, desgraciadamente, Artur Mas dinamitó y no creo que pueda resucitar en al menos una generación.

Miren ustedes: hay que volver a Ortega y Gasset quien, ya en la década de los años treinta del pasado siglo dijo aquello de que el problema catalán no se puede solucionar. Se puede convivir con él. Traducido: a los separatistas catalanes ni caso. A los constitucionalistas catalanes, tampoco mucho caso.

Recuerden, la mejor virtud de los catalanes es su creatividad. El peor defecto, su narcisismo

Además, la situación es “desesperada, pero no grave”, como la vieja comedia de aquella simpática comedia de postguerra, Un, dos tres. O como, rememorando a Ortega asegura un empresario catalán: lo del nacionalismo catalán es un tumor peligrosísimo pero ubicado en un órgano irrelevante del cuerpo.

Quédense con lo mejor de los catalanes e ignoren lo peor: recuerden que la principal virtud de los catalanes es su creatividad y su peor defecto, su narcisismo. Fomenten la primera y eviten la segunda. Recuerden que al narcisista sólo se le derrota con una postura: la indiferencia.