• El secretario general del PSOE habla de "coaliciones progresistas", es decir, pactará con los comunistas de Pablo Iglesias.
  • Albert Rivera lo mismo, pero la política no es pactar, aunque haya que hacerlo a veces. Política es servir al ciudadano conforme a tus principios.
  • Algunos hablan como si los principios fueran intercambiables. Lo son, pero no deberían serlo.
  • Ada Colau: luchar para que una familia no sea expulsada de su casa es bueno y loable. Convertir en norma el impago de deudas libremente contraídas no.
  • Manuela Carmena es una de nuestras peores ciudadanas, amante de hacer política desde los tribunales.
Pedro Sánchez (en la imagen) es, probablemente, el secretario general más inútil con el que haya contado el PSOE. Tan incapaz como Zapatero, sin embargo no ha nacido como ZP, con una flor en el culo, ni a raíz del mayor atentado terrorista de la historia de España. Pero está empeñado en tocar poder. De otra forma, sabe que está muerto. Así que ha vendido como un éxito su pérdida de 750.000 votos y asegura que es un éxito. De paso, habla, ésta es la clave, de "coaliciones progresistas". Es decir, de pactar con los comunistas y antisistema de Podemos. Y con Satán pactaría, con tal de no quedarse fuera del reparto, con tal de que no le eche su propio partido. Así que Sánchez ha recreado el Frente Popular de la II República. No se asusten si en Hispanidad hemos hablado de Guerra Civil. El Frente Popular llevó el odio entre españoles hacia la guerra civil. Mismamente. "Hacer política es sentarse a hablar con quien no piensa como tú", asegura Albert Rivera, el líder de Ciudadanos. Y Manuel Toharia, el demógrafo favorito del progresismo español socialdemócrata, asegura que política es pactar. No hombre no, el objetivo de la política no es pactar sino servir al ciudadano a partir de unos principios en los que se cree y con los que se quiere ser coherente. Ada Colau, nueva alcaldesa de Barcelona, Manuela Carmena, posible alcaldesa de Madrid. Barcelona, capital mundial de los okupas regida por una okupa. Muchos analistas felicitan a Colau por haber sido sensible a un problema social. Oiga, Colau no ha sido sensible a nada. Lo que ha hecho es subvertir la propiedad privada con un chantaje violento a los propietarios. Pero una cosa es ayudar a que una familia no sea desahuciada y otra amparar la irresponsabilidad de no pagar una deuda libremente contraída. Porque el primer principio moral que acusa a Colau es que las deudas libremente contraídas hay que pagarlas. Y esto, con toda sensibilidad y con menos rostro que la nueva alcaldesa. Luchar para que una familia no sea expulsada de su casa es bueno y loable. Convertir en norma el impago de deudas libremente contraídas no. Por cierto, ¿Ada Colau ha terminado con el independentismo catalán? ¿A que no? Lo de Manuela Carmena en Madrid es peor. Primero porque no ha ganado, ha ganado Esperanza Aguirre. Segundo porque Carmena es un bicho muy peligroso. Dejemos a un lado su discurso de la noche del domingo, extraordinariamente parecido al de José Isbert, el alcalde de Bienvenido Mister Marshall: "Soy vuestro alcalde y os debo una explicación y como os debo una explicación os la voy a dar". Carmena insistía en que "os voy a decir una cosa y os la voy a decir". Pero hay otros aspectos menos simpáticos y graciosos de Carmena. Esta peligrosa comunista fue la que primero firmó el manifiesto judicial por eutanasia y luego absolvió en un pis-pas al doctor Montes, el sedador de Leganés. Carmena es además proetarra y pertenece a esa doctrina judicial dedicada a hacer política desde los tribunales. Vamos que descubrió, tiempo atrás, que los políticos tienen que responder ante un montón de gente, los jueces, ante nadie. Oiga, ¿y el voto católico? Pues un desastre. Yo hablé de dos partidos y medio que defendían los principios cristianos. Por una parte Alternativa Española (a quien yo voté). Pues bien, la formación de López Diéguez, que defiende los principios no negociables para un cristiano, obtuvo 995 votos. SAIN, un partido de otro espectro político, de izquierdas, se quedó en en 560. Y el medio partido respetuoso de los valores cristianos, Vox, consiguió el apoyo de 9.843 madrileños al Ayuntamiento de Madrid. Comparen esto con los 563.000 sufragios del PP. No me arrepiento de haber votado a AES, naturalmente, pero me apena tener que darle la razón a Arriola cuando asegura que el voto católico no existe en España. Lo cual no significa, claro, que nos debamos atenernos a las consecuencias. Eulogio López eulogio@hispanidad.com