Les cuento una anécdota reciente. Juan Luis Cebrián está muy enfadado con su colaborador Miguel Ángel Aguilar. Resulta que Aguilar, junto a José Antonio Zarzalejos, quieren poner en marcha un semanario en papel. Sí, un formato como el semanario, mortecino, en un soporte agónico, como es el papel.

Algo así como la boda entre un sidótico y un sifilítico, pero que apela a uno de los periodismos más serios del siglo XX: el semanal.
¿Por qué a Cebrián le preocupa el semanario Aguilar-Zarzalejos?
Oiga, y también resulta un matrimonio curioso, porque Miguel Ángel Aguilar es un renegado, que es algo parecido a un cura rebotado: un sectario obsesionado con atacar aquello a lo que sirvió: la Iglesia.

Zarzalejos, por contra, es un personaje mucho más ecuánime. Muy institucional, como buen periodista de la transición, pero de juicio mucho más sereno y, desde luego, no un comecuras.

Es igual. Si habláramos del pensamiento débil como el principal problema del periodismo del siglo XXI, la imaginación corre presurosa hacia Juan Luis Cebrian. El caso es que el primer director de El País y hoy presidente de Prisa ha abroncado a Aguilar por la iniciativa. Por dos razones. La primera, y ahí anda cargado de razón, porque el periodismo vegetal es un soporte muy estrecho, casi difuminado. Y la segunda, menos comprensible pero mucho más ilustrativa: porque no vaya a ser que el nuevo semanario ocupe el hueco que "nosotros hemos dejado", lo que significa eso que están ustedes pensando. Sí, para sobrevivir, Prisa se ha echado en manos de los grandes poderes económicos y financieros. Primero, en manos de los suyos, de la masonería internacional (perdón, quería decir del Nuevo Orden Mundial, NOM) en forma de aquel paraguas de fondos llamado Liberty que descuajeringó todo el imperio Polanco. Pero como los masones funcionan como un mafia pero son un poco ratas, cuando vieron que el paquebote Prisa no era salvable se fueron con la música a otra parte. Y ahora a la progre Prisa le han tenido que salvar el muy reaccionario capitalismo bancario (HSBC, Santander y Caixabank) y la muy reaccionaria multinacional Telefónica, que en conjunto casi suman una quinta parte del capital… y que si no escriben los editoriales poco les falta.

En Internet, Hispanidad ha podido hablar, durante 19 años, en cristiano. No es moco de pavo

Ahora bien, ¿a qué más se refiere Janli cuando habla del hueco abandonado? ¿A la derivada progre y cristófoba? No, eso nunca. El País se ha vuelto pepero, capitalista, perseguidor de quien persiga al Gobierno de derechas de Mariano Rajoy (ejemplo; el inspector Villarejo), etc., pero, eso sí, Janli, con extraordinario coraje frente al débil, no ha cedido un milímetro en las esencias: todos los días continúa machacando a la Iglesia y poniendo a los cristianos a caer de un burro.

Y con todo esto quiero expresar algo muy sencillo: Hispanidad, que no quiere ser pensamiento débil y que se define como un diario católico y como tal ejerce (mejor o peor, pero ejerce), ha experimentado, a lo largo de 19 años de existencia, que Internet ha sido lo que ha roto la censura impuesta por el Nuevo Orden Mundial (NOM) sobre la información cristiana. Y es que Internet es, afortunadamente, muy difícil de controlar por el poder informativo y su arma más terrible lo políticamente correcto. Casi imposible. La Red se ha convertido en la oportunidad de libre expresión para el pensamiento cristiano. Nada menos.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com