• El mártir acepta la muerte por amor de Dios, para no renegar de su creador, no por odio al prójimo.
  • Por contra, el terrorista islámico no es un mártir sino un suicida.
  • Y el suicida es el más miserable de todos los homicidas.
  • Las perversiones del lenguaje y de los conceptos nunca son pequeñas.
Por de pronto, los terroristas del Estado Islámico ya han ganado una batalla. En RTVE se empeñan en decir que un terrorista huido, probablemente uno de los cerebros de la matanza de París, está empeñado en morir como un mártir. A ver si nos entendemos: este chico morirá como un desesperado o un idiota, pero no como un mártir. El mártir es el que da su vida, no la de otros, y por una razón superior: la de no renegar de su Creador o por amor a su Creador. El mártir es un tipo que se niega a fallarle a Cristo y muy prudentemente decide morir para vivir. Pero muere, no mata. El terrorista islámico no es un mártir sino un suicida, que es cosa bien distinta y suicida es el más miserable de todos los homicidas. ¿Pequeñas perversiones del lenguaje? Las perversiones del lenguaje y de los conceptos nunca son pequeñas. Es ahí donde se empieza a perder la batalla más importante de todas: la batalla cultural. Eulogio López eulogio@hispanidad.com