Como no podía ser de otro modo, con la secularización de la sociedad, todos los “rosarios de la aurora” que aún se celebran, han ido perdiendo su estricto carácter religioso, transformándose en actos festivos, en los que se pasea una imagen de la Virgen -porque sigue siendo imprescindible, ya que de lo contrario no habría motivo- y en los que son pocos los que rezan y muchos los que no saben que aquello era, y es, para rezar. Hasta tal punto se ha transformado la percepción popular de estos actos, que la propia Real Academia de la Lengua acepta que la frase “acabar como el Rosario de la Aurora”, signifique, o pueda ser sinónimo, de “desbandada descompuesta y tumultuosa”. Pues así puede acabar nuestra querida España sino ponemos remedio.

En la rueda de prensa que ofreció hace unos días Pablo Iglesias, a continuación de su reunión con Pedro Sánchez, aquel dijo, añorando su ambición personal irrefrenable de “vicepresidir” el gobierno, que PSOE y Podemos iban a cogobernar el Parlamento. Por supuesto, y de momento, eso no supone la fusión de los citados partidos, pero si una política común y una preocupante derivación hacia la extrema izquierda, más radical si cabe.

Cataluña puede unir a Pablo Casado y Albert Rivera

Ante ese hecho, el PP y Ciudadanos andan en continua lucha por mantener el liderazgo del centro derecha, habiendo manifestado Pablo Casado que Ciudadanos está haciendo una política de provocación en Cataluña con su campaña de quitar de los lugares públicos los lazos amarillos. Una vez más surge la España cainita que tanto daño ha hecho y continúa haciendo a nuestro país.

Si se quiere aunar a todo el centro derecha para luchar contra una muy posible republica de izquierdas de tintes bolivarianos, es necesaria la unión de PP y Ciudadanos en un solo partido. El objetivo es claro, no perder ni un voto del centro moderado y, por qué no, recoger los apoyos de los socialdemócratas descontentos. Pienso que una gran parte de los españoles prefieren un partido fuerte de centro derecha que dos haciéndose la competencia y “pisándose el callo”. Y, desde luego, un partido de nuevas siglas, que concite apoyos en todas las clases sociales y rangos de edad. Una opción política sólida que acometa los retos que tiene nuestro país frente a la desaceleración económica que se nos viene encima, y ya indiqué en mi anterior artículo parafraseando a Miguel Sebastián. Recordemos el refrán español de “quien da primero da dos veces”, o el otro que dice, “a medias ni con la mujer”. Si aceptamos que la necesidad es incuestionable, aspiremos, también, a evitar la bicefalia, tan poco latina, y menos española. Asumamos el reto. Convengamos que dos no pueden mandar en ningún lado y menos en una organización política, cuya esencia de funcionamiento es el liderazgo servil y “cesarista”. Seamos conscientes, y responsables, y sacrifíquense, los políticos de ambas opciones, en aras del bien de sus afiliados y de los ciudadanos a los que desean representar, para un mejor futuro de España y de los españoles. Es el momento idóneo para hacerlo. Ante unas próximas elecciones generales que tendrán lugar en periodo de tiempo no muy lejano. Sería además esa “integración” la solución al problema de Cataluña. Porque por mucho que se dialogue, en mi modesta opinión, solo son dos las posibles soluciones:

1) celebración de un referéndum de independencia, que es lo que quieren Torra y Puigdemont, traspasando las líneas rojas que conduzcan de nuevo a la ilegalidad, perseverando en el incumplimiento de la Constitución. O,

2) aplicación inmediata del art. 155 en toda su extensión incluidos los medios de comunicación, frente al riesgo cierto de romper la unidad de España.

Pedimos una gran centroderecha democrático y elecciones ya.