¿Seguro que 2019 será un mal año para la banca?
El consenso de mercado asegura que 2019 será un mal año para las entidades financieras españolas. Es cierto que los resultados del primer trimestre de los grandes bancos no ha sido muy boyante, pero eso no implica que la situación no pueda mejorar en los próximos trimestres.
El mayor golpe que ha sufrido el sector en lo que va de año ha sido, sin duda, la decisión de Mario Draghi de no subir los tipos de interés. Quien más, quien menos esperaba que el presidente del Banco Central Europeo diera el paso antes de su despedida, en noviembre. Pero no, el italiano, después de insinuarlo en varias ocasiones, se marchará con los tipos de interés en negativo.
Una cosa es cierta: el ‘colchón’ de las provisiones se ha terminado o está próximo a su fin. Las entidades ya no pueden echar mano de esa partida para alegrar unas cuentas mermadas por la falta de negocio puramente bancario. Uno de los ratios más positivo es la morosidad, que en marzo se situó en el 5,73%. No desciende a la velocidad deseada, pero ya se ha alejado del umbral del 9%, la línea roja que marca la diferencia entre un sector más o menos sano y uno enfermo, tirando a moribundo.
¿Seguro que ya no hay margen para seguir reduciendo costes? Los EREs de Santander y Caixabank nos demuestran que sí es posible
Los tipos siguen en negativo pero las comisiones continúan creciendo. Sí, el final de año y el comienzo de 2019 no ha sido especialmente bueno en comisiones, pero todo hace indicar que ha sido un bache temporal. Después de dos trimestres muy malos para los fondos de inversión, fuente de buena parte de esas comisiones, los clientes están volviendo al redil. El trabajo de las entidades se encamina hacia la banca personal, esto es, hacia la inversión en fondos, y eso se está notando. Y esas son las mejores comisiones.
Capítulo aparte son los costes. ¿Seguro que ya no se pueden seguir reduciendo? Los EREs de Santander (3.700 empleados) y Caixabank (2.000) demuestran que los bancos todavía tienen margen. El problema es el impacto que tienen en la cuenta de resultados en el corto plazo, pero el ahorro posterior se convierte en una baza importante para aumentar el beneficio.
En definitiva, no parece que 2019 vaya a ser un año malo para la banca.