Como no tiene otra cosa que hacer, el presidente del Gobierno, don Pedro Sánchez Pérez-Castejón, no suelta el micrófono. Este lunes, les ha contado a palmeros y palmeras (no, no se refiere al árbol de los dátiles, se refiere a los hombres y las mujeres habitantes de la isla de la Palma) todas las ayudas que el Gobierno central iba a proporcionar a la isla. Como si se tratara de su dinero, Sánchez les ha pormenorizado, milloncejo a milloncejo, todas las partidas. Sus cuerdas vocales han recuperado todo su vigor tras el paréntesis navideño.

La noticia del día nos la trasmitió Sánchez por tuit. Sí, sé que nos lo ha comunicado una cuantas veces ya pero el caso es que España ya ha recibido los 10.0000 millones de euros, primer pago de los 140.000 millones que, se supone va a recibir.

Hablo de trilero porque esos 10.000 millones irán a subvenciones no para reindustrializar España tras la pandemia, que era la razón por la que por vez primera en la Unión Europea, se mutualiza la deuda y existe una trasferencia real de fondos entre países ricos y pobres. Ojo, los fondos europeos los pagamos todos a escote, tanto las donaciones como los créditos, pero al menos, por primera vez, los más ricos ponen más que los más pobres.

Los fondos europeos no son ninguna panacea aunque todos los incautos, incluidos algunos CEOs del Ibex, lo hayan creído así. El problema es que Sánchez tiene un déficit de caja increíble. Los 10.000 millones se utilizarán, de entrada, para abonar los ERTE e ingresos mínimos vitales, es decir, sus subvenciones de voto cautivo, con lo que pondrán la caja registradora a cero... pero no crearán empleo, a pesar de sus soliloquios interminables sobre sostenibilidad, digitalización, nueva economía y no se sabe cuántas cosas más.

Y la fama de trileros viene porque Europa puso dos condiciones para soltar la pasta: la reforma laboral y la reforma de pensiones. Y en efecto, el trilero Sánchez ha cumplido: ha llegado a una acuerdo sobre pensiones que no es más que fuego fatuo: el sistema de pensiones sigue quebrado y las últimas cuentas de la Seguridad Social así lo demuestran. Y respecto a la reforma laboral... sin comentarios. A pesar de que doña Yolanda Díaz hable de “reforma histórica” (todo en este Gobierno es histórico), lo cierto es que no creará ni un solo puesto de trabajo. Sólo servirá para afianzar en el poder a CCOO y UGT y para que el prestigio del presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, continúe por allá donde se apoyan las suelas.