La banca española ha dicho basta. Ya no aguanta más y se lo ha hecho saber al BCE de Mario Draghi y al BCE de Andrea Enria. El primero se niega a subir los tipos de interés y el segundo preside desde enero el Consejo de Supervisión, organismo empeñado en seguir aumentando las exigencias de capital a las entidades.

En teoría, los dos italianos están separados por murallas chinas infranqueables, que preservan su independencia frente al otro. Da lo mismo, aunque aceptemos pulpo como animal de compañía, la banca española se ha rebelado contra el supervisor en su totalidad manifiesta.

Nuestros banqueros, no obstante, son gente muy educada, que no suele arremeter contra el BCE en público. Sí lo hizo, sin embargo, el presidente de la patronal AEB el jueves, durante su intervención en el XXVI Encuentro del Sector Financiero organizado por Deloitte, ABC y Sociedad de Tasación. Sí, José María Roldán se despachó a gusto ante la atenta mirada del respetable a pesar de ser igual o más educado que el resto de los banqueros.

Roldán se despachó a gusto: “No hay nada peor que un regulador intentando solucionar un problema que no existe”

Lo que ocurre es que la situación ha llegado al límite. Roldán se quejó de que la banca europea es la “campeona mundial” en exigencias de capital pero la última en valor de mercado frente al valor en libros. “Más capital no siempre es mejor. Puede ser contraproducente en términos de financiación y crecimiento de la economía”, señaló. Y la razón de estas crecientes exigencias no es muy técnica que digamos. Es, según Roldán, el “complejo de inferioridad de haber sido blandos en el pasado y tener que recuperar terreno”. Así de claro.

No faltó la referencia a las murallas chinas del BCE, que provocan contradicciones entre las medidas de Draghi y las de Enria. Por un lado, según Roldán, la política monetaria de Draghi pretende empujar a la banca a prestar más recursos a la economía productiva y, por otro, Enria exige más y más capital. “El BCE está presionando al sector a prestar más, pero restringiendo las posibilidades de que el sector preste más”, denunció.

Y en este contexto, mucho cuidado con las Fintech y las Bigtech, porque la regulación afecta al sector bancario y no a la actividad bancaria -al menos a toda ella, según Roldán. Así, corremos el peligro de tener un sector perfectamente regulado y una actividad bancaria en otro sector menos regulado.

El presiente de la patronal se marchó contento, no sin antes lanzar un último mensaje a Fráncfort: “No hay nada peor que un regulador intentando solucionar un problema que no existe”, afirmó.

Vuelve el eje franco-alemán

Cuando se creó el Banco Central Europeo, Francia y Alemania se disputaron la Presidencia que, finalmente –‘ni pa ti, ni pa mí’-, recayó en el holandés Wim Duisenberg. Tras su mandato, los galos lograron colocar al gobernador del Banco de Francia, Jean-Claude Trichet, al que sucedió el italiano Mario Draghi a pesar de las reticencias de Alemania, que veía cómo se le escapaba un puesto clave en Europa. En noviembre se marchará Draghi y aún no hay un candidato claro para sucederle. El último en aparecer y con muchas posibilidades hoy por hoy, es el francés François Villeroy de Galhau. Vuelve el eje franco-alemán. En cualquier caso, queda claro que son estos dos países, junto a Italia, los que se disputan los primeros puestos. El resto, para los demás.