Washington. Todavía no ha acabado el recuento y la sospecha de fraude de los demócratas crecen pero a Joe Biden, peón del Nuevo Orden Mundial (NOM), se presenta ante los norteamericanos según el formato progresista: medios rendidos a  sus pies, con preguntas adecuadas y respuestas pagadas, donde el malo es el ausente Donald Trump y el bueno el presente Joe Biden.

El no.-presidente se presenta armado con su sonrisa de geriátrico, condescendiente, con un lenguaje muy similar al que Iván Redondo –enhorabuena Iván- coloca en boca de Pedro Sánchez: salvar vidas, sensibilidad por los vulnerables, que nadie se quede atrás, unidad frente al virus y, como no hay mucho proyecto, rescate del Obamacare, ese seguro médico que pretende expropiar la sanidad privada, base del sistema norteamericano y al que se opuso la Iglesia católica, no porque no quiera una sanidad para los pobres (en EEUU es, precisamente, la Iglesia católica un puntal en la atención sanitaria) - sino porque, con la excusa de pagar más tratamientos para los más necesitados, Barack Obama, verdadero apóstol de la muerte, obligaba a los hospitales y centros de salud católicos a practicar la contracepción y el aborto… objetivo último del ‘obamacare’.

En Bruselas, la presunta lucha contra el yihadismo consagra la dictadura europea de la mordaza. ¿La excusa? Los delitos de odio

Pero, de todo esto, el católico abortista Joe Biden no dijo ni pamplona.

Biden también proclamó el multilateralismo, que significa que China, la mayor dictadura del mundo, vuelve a ser nuestro amigo y el enemigo vuelve a ser la Rusia de Vladimir Putin, que no es un santo, ciertamente, pero es un elemento muy peligroso para el Nuevo Orden Mundial, porque ha captado la vulnerabilidad de un Occidente debilitado porque ha perdido sus principios cristianos: ya no cree en nada.

En Bruselas, la no-victoria electoral, al menos por el momento, de Joe Biden y sobre todo, la caída de Donald Trump, verdadero problemón para los cristianos de todo el mundo, también ha despertado a los demonios dormidos.

En Madrid, con el apoyo de todos los progres del planeta, Pedro Sánchez, con el rey Felipe VI de mera comparsa, fuerza la ideología de género

Ejemplo, el mariachi bruselino se ha puesto en marcha con Angela Merkel a la cabeza. La prusiana representa a la derecha progre europea, tan apreciada por la izquierda, a la perfecta combinación del líder de hoy: criada en el marxismo de la RDA y educada en una protestantismo filantrópico, lindante con el agnosticismo cuando no sumergido en él.

El Consejo Europeo ha decidido que, para luchar contra el fanatismo musulmán, lo que hay que hacer es reducir los “mensajes de odio”. Por ley, naturalmente, como siempre que se confunde delito y pecado, que es algo parecido a intentar introducir el aire en jaulas.

En otras palabras, con la excusa del yihadismo, los líderes europeos impondrán la censura en Europa al igual que Sánchez lo hace en España. Así, todo lo que atente contra el pensamiento –por decir algo- políticamente correcto será ultraderechismo (nunca ultraizquierdismo, que no existe) y debe ser perseguido y penado con penas de cárcel.

Naturalmente, los delitos de odio no persiguen a los islámicos sino a los cristianos, porque todo el pensamiento político cristiano consiste en que los mandamientos están por encima de las mayoría parlamentarias y la justicia por encima de la legalidad.

España se convierte en el conejillo de indias del feminismo, el homosexualismo y transexualismo

En cualquier caso, ahora se entiende por qué el portavoz de la Comisión Europea, Johannes Bahrke, no encontraba ningun problema en la mordaza al periodismo digital impuesta por la vicepresidenta Carmen Calvo para ‘luchar contra los bulos y las ‘fake news’ es decir, para censurar al periodismo digital independiente -o sea, no los grandes medios sino a los pequeños- y, sobre todo, al periodismo ciudadano de las redes sociales que con tan retranca se cachondea del Gobierno socio-podemita.

Finalmente, desde Madrid, el narciso Pedro Sánchez celebraba el septuagésimo aniversario de Naciones Unidas con un ególatra montaje, con el Rey Felipe VI como mera comparsa colgando de su incorrección gramatical favorita: “Es el momento de todas nosotras”. Los que ‘somos nosotros’, al parecer, nos quedamos fuera.

Cumbre multilateral de Sánchez desde Madrid, en lenguaje ONU, significa que los mandamientos progresistas -aborto, 300 tipos de familia, agnosticismo obligatorio- no se propone, se impone.

Declaración de Madrid incluida, en septuagésimo quinto aniversario de Naciones Unidas: todos creemos en el multilateralismo, que al final se convertirá en unilateralismo un Gobierno mundial progre.

Todos los progres estaban allí: Bangladesh, Nueva Zelanda, todo ellos antivida y todos ellos cristófobos. Y su Majestad católica, haciendo el primo, ignorado por los líderes presentes que sólo tuvieron alabanzas para Pedro ‘Narciso’ Sánchez.

El muro que suponía Trump ha caído, y el Nuevo Orden Mundial (NOM se dispone aprovecharlo).

No se equivoquen: España no se ha convertido en líder de ese Nuevo Orden mundial. El aquelarre de Madrid sólo significa que en lo que nos hemos convertido los españoles es en los conejillos de indias del feminismo, el homosexualismo y el transexualismo.