La vicepresidenta de Huawei ha sido detenida en Canadá por orden norteamericana. Es la hija del presidente del conocido como tercer fabricante de móviles (tras Samsung y  Apple)... y a los chinos les ha cabreado. Ahora bien, la histeria que ha venido después de la detención resulta, cuando menos, llamativa.

Para entendernos: el pasado jueves 6 la bolsa de Madrid se derrumbó un 2,85% mientras Wall Stret tan sólo lo hacía en un 0,3%. Y las seis horas de diferencia no lo explican todo. Lo que explica todo es que la bolsa de Madrid, como el conjunto de las bolsas europeas, Londres incluida, no sólo es especulativa, donde se pierden o ganan miles de millones en horas, sino que la causa de la caída (en el conjunto de los mercados financieros mundiales, Huawei no representa nada) revela el trasfondo histérico de los mercado de valores.

Lo mejorcito del mercado español son las firmas que no están en bolsa o que no dependen de su cotización: Inditex o Mercadona, por poner dos ejemplos

Por último, no se entiende que, consignado el conflicto, lejano a Europa, el Ibex 35 se desplome casi el décuplo que el Dow Jones norteamericano. La dependencia de la bolsas europeas respecto a Wall Street no sólo es lamentable: es cretina.

Y así, resulta que lo mejorcito del mercado español son las firmas que no están en el mercado o que no dependen de él: Mercadona o Inditex, por poner dos ejemplos.  

Pero eso no consuela, más bien enerva, al ahorrador-inversor. Porque lo malo es que la crisis de la renta fija y de la deuda pública es más seria que la de la renta variable. Entonces, ¿dónde refugiar nuestros ahorros?

Pero lo malo es que la crisis de la renta fija y de la deuda pública es más seria que la de la renta variable

Para el ahorrador no cabe otra que convertirse en emprendedor. Olvidarse de las grandes empresas e ir a las pequeñas, coticen o no en bolsa. Hay desconfianza, claro, pero también hay que ser tonto para no desconfiar, sobre todo, de los mercados financieros.

Pero la lección última va mucho más allá: la histeria bursátil, que ha convertido los mercados en un casino de estúpidos, exige al ahorrador, no sólo volver a lo pequeño, sino al dinero metálico: vivir al margen de las bolsas y de los bancos y, si me apuran, de la sociedad digital en su versión financiera.

Porque el océano de liquidez en el que nos movemos nos ha deparado la sorpresa de que no existe hiperinflación, sino casi lo contrario. Y hablo de hiperinflación en todo Occidente, tal y como debiera haber ocurrido con la política monetaria vigente desde hace un cuarto de siglo.

Para el ahorrador no cabe otra opción que ser emprendedor o ayudar al emprendedor

En resumen, lo mejor es volver al pago en metálico (propio del mundo pequeño que reclama la sensatez), regresar a los pagos en dinero físico y a no preocuparnos en exceso de rentabilizar  nuestros ahorros en bolsa y fondos. Nuestro dinero estará más seguro alejado de bolsas, bancos y plataformas digitales. En un mundo de especulación rampante, de crisis financieras permanentes, lo mejor es olvidarnos de la rentabilidad de nuestros ahorros y  preocuparnos más de su seguridad, lo que conlleva que dependan de nuestro propio quehacer, no del de terceros. Y quienes quieran invertir, que se dediquen a emprender, a montar una empresa.. con fondos propios. Una vida al margen de bolsas, bancos…y digitalización del dinero. Y por supuesto, nada de deudas.

Es un modelo de vida que vuelve a insistir en la constante batalla, que recorre la historia entera, entre lo grande y lo pequeño.