El genocidio de La Vendée (Francia), los cristeros (México) y la II República (España) son las tres grandes matanzas cristófobas de la era moderna. ¿Cuál será la próxima persecución? ¿La India, China, Nigeria, Paquistán? Imposible saberlo. Lo único cierto es que el martirio no es fanatismo: es lo más prudente que se puede hacer. Nunca hay que desear el martirio pero lo más prudente, entre negar a Cristo y negar a los hombres, es ser leal a Dios.

El martirio, pues es lo contrario del fanatismo. El fanático mata, el mártir prefiere morir antes que matar a otro o a su propia conciencia. El mundo entero se divide entre mártires y fanáticos

¿Y qué tiene que ver todo esto con el Viernes Santo? Pues que Satán sabía que Jesucristo era Dios: lo que no podía concebir es que se dejara matar por el hombre. Cuando Cristo expira se da cuenta de su error.

Primero permitimos la blasfemia, o violencia contra Dios, y ya no pudimos evitar la violencia contra el hombre, contra el creyente (martirio)

Como líder político, el triunfo de Satán fue muy efímero. El poder de las tinieblas duró bien poco tiempo, desde la condena a muerte a Jesús por parte de Pilatos hasta las 15 horas del Viernes Santo. Unas pocas horas.

Desde entonces, por sí mismos, los demonios no tienen ningún poder. El poder lo obtienen cuando es el hombre quien les llama… y últimamente parece hacerlo a grandes voces.

Por lo demás, ¿cómo hemos llegado a este estado de cosas? Sencillito: primero permitimos la blasfemia, la única violencia que el hombre puede ejercer contra Dios manoseando su nombre… y ya no pudimos evitar la violencia contra el hombre, contra el creyente. Es decir, el martirio.

Satán sabía que Cristo era Dios: lo que no podía concebir es que se dejara matar por el hombre

Hoy viernes Santo de 2019, fechado en el 19 de abril, cuando Europa más necesita de la lealtad española, vivimos en una España enfrentada. Las dos Españas se dividen en dos grupos: muchos blasfemos frente a un puñado de santos. Las minorías siempre vencen y está claro que los cristianos venceremos.

Este Viernes Santo, víspera de elecciones, a España le toca vivir en frentismo permanente. Porque lo único que une a los partidos de todo el arco parlamentario es su anticlericalismo: la blasfemia de la indiferencia ante el sacrificio redentor, cuando no la cristofobia directa.

En ningún país como en España se hacen realidad las palabras de Benedicto XVI sobre la posibilidad de que el cristianismo pase a ser una religión de minorías. Es triste, porque de 100 almas interesan 100, pero lo cierto es que blasfemos y antiteos abundan más que ateos, agnósticos y creyentes. Al final, riadas de blasfemos contra unos poquitos santos. Pero con esos pocos basta para vencer. Sólo hay que pasar por la cruz.

En cualquier caso, ¿por qué temer a la muerte?