El presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, Juan Guaidó, reaccionó a la detención de su número dos, Edgar Zambrano, solicitando, directamente, sin ambages, una intervención militar extranjera. Es más, dio a entender que ya la había solicitado, pero en cuanto menciona a Europa, Guaidó pasa hablar en condicional.

De esta forma, el presidente venezolano reconocido por todo el Occidente libre (incluso por el Gobierno socialista español, aunque sea a regañadientes, que al PSOE el que le va es Maduro), es decir, Juan Guaidó, pone en berlina el carácter pusilánime de Pedro Sánchez, cuya cobardía en vano sus acólitos tratan de disfrazar como opción por el diálogo.

El problema es que una invasión no funcionaría y el bolivarianismo se ha convertido en una tiranía militar y policial

Es decir, el Ejecutivo español propone el diálogo entre Juan Guaidó y Nicolás Maduro, situando en condiciones de igualdad a tiranía y libertad. Es como darle cinco minutos a los nazis y cinco a los judíos… en pro de la democracia. ¡Toma ya! 

Además, no se puede confundir una intervención militar con una invasión militar. Es cierto que Guaidó no ha conseguido el apoyo de los militares, entre otras cosas porque Hugo Chávez creó un ejército paralelo, político, comunista, bolivariano, que luego ha copado el poder militar y policial total. Son los paramilitares y parapoliciales, especialidad comunista en todo el planeta.

Y Diosdado Cabello, un carnicero bolivariano, emerge como el hombre fuerte del Régimen, que maneja a Maduro como a un títere

No, la intervención militar que busca Guaidó, y que pone en evidencia a Pedro Sánchez, es logística: que desde el exterior y con todo el peso de una coalición internacional, se ofrezca logística contra el Ejército bolivariano y contra el régimen de Maduro, sin reticencias, de forma explícita. Logística militar y apoyo económico. En definitiva, forzar la caída del bolivarianismo. 

Porque lo del diálogo de Pedro Sánchez y José Borrell, resulta vacío: ¿cómo dialogar con la serpiente?

Y conviene hacerlo pronto, porque Diosdado Cabello, el carnicero del Régimen, el duro que maneja al excéntrico Nicolás Maduro como a una marioneta, ha pasado ahora a un primer plano. Eso significa que la brutalidad del Régimen se multiplicará, a menos que alguien le recete jarabe de palo, que es lo único que Cabello entiende.