El dictador venezolano Nicolás Maduro ha decidido abandonar la tímida reforma económica al estilo chino, emprendida en 2019, para regresar al pasado más oscuro de la praxis económica revolucionaria, informa El Mundo.

"Implementamos una estrategia integral con el principal objetivo de proteger a toda la familia venezolana de la especulación y la usura criminal. ¡Hacemos mucho con nada! ¡Venceremos!", dijo el dictador.

El país tiembla tras conocer el regreso de las viejas recetas: intervención de empresas de alimentos, fiscalización de los comercios, retorno a los controles de precios y los peores salarios mínimos y pensiones de todo el planeta. Entre las grandes empresas "supervisadas" está Polar, principal conglomerado privado del país, que nutre desde hace décadas a los venezolanos con la harina precocinada para las arepas, puntal de su alimentación. Sin el liderazgo de Polar durante los años de la escasez difícilmente el país habría soportado el colapso sufrido por el Estado, añade El Mundo.

La reacción tras el anuncio presidencial fue inmediata: miles de ciudadanos se lanzaron a comprar de forma desesperada, rompiendo una vez más la "cuarentena radical" impuesta por el régimen chavista. En la memoria nacional permanecen los peores años de escasez, desabastecimiento y colas gigantescas provocadas por el Gobierno revolucionario, que amenazan con volver en el peor momento posible: sin gasolina, sin agua, con fallas constantes en la electricidad y con el coronavirus amenazando el derruido sistema de salud. En aquellos días los venezolanos deambulaban con bolsas de plástico por las calles a la caza de los alimentos o esperaban una hora tras horas para hacer cola hasta para comprar una barra de pan, cuenta el mismo medio.