Hasta los soldados están huyendo de Venezuela por el hambre, lo que pone en riesgo la seguridad militar de las elecciones presidenciales del 20 de mayo, ya que la Fuerza Armada Nacional se está quedando sin tropa. Para llenar ese vacío, el régimen está reclutando a jubilados y milicianos para que integren el Plan República, informa ABC.

En los cuarteles se vive la misma tragedia que en los hogares venezolanos. Los soldados se han sumado al éxodo porque comen mal y poco, no tienen medicinas ni seguridad sanitaria, uniformes ni un salario que compense la galopante hiperinflación del 13.000% prevista para este año por el Fondo Monetario Internacional.

El personal de tropa ha seguido la misma suerte que muchas de sus familias: escapar sin nada en los bolsillos por las fronteras terrestres de Colombia y Brasil para no morir por la temible hambruna de su país, que era uno de los más ricos de la región antes del chavismo.

Muchos han pedido la baja y otros desertan sin avisar para evitar las rejas. Los primeros son retenidos y pasados por trámite burocrático para impedir su salida. En el caso de los segundos, el nivel de deserción ha crecido exponencialmente en el último año, especialmente entre las tropas de menor rango.

Al menos 10.000 soldados han pedido retirarse en marzo, dijo Rocío San Miguel, directora de la ONG Control Ciudadano sobre Seguridad, entrevistada por la agencia Bloomberg. «Desde 2015 ha habido un aumento en detenidos militares acusados de traición, deserción y otros crímenes», comenta. «Nuestra estimación es que hay 300 personas encarceladas -indica San Miguel-, en su mayoría tropas. Algunos son altos funcionarios, otros son civiles vinculados al Ejército».

En los cuarteles se vive la misma tragedia que en los hogares venezolanos

«Aquellos que piden retirarse son arrestados durante una semana en el cuartel general de contrainteligencia militar», asegura por su parte Gonzalo Himiob, director del Foro Penal, organización de derechos humanos. «Así de preocupado está el Gobierno», añade. Según Himiob, la mayoría abandonaron el país después de ser liberados.

Los miembros de alto rango de las fuerzas armadas tienen prohibido el contacto con los rangos inferiores. Las filas de militares que solicitan la jubilación son largas, señaló el primer oficial que se retiró, que intentó hablar con uno de ellos, pero los mandos del cuartel prohibieron hablar entre ellos. El jubilado dijo que los oficiales superiores temen que demasiada conversación permita a los oficiales y soldadores alistados formar alianzas para un golpe, apunta Bloomberg.

La deserción de tropas ha complicado la organización del Plan República y su logística para resguardar el material electoral, como cuadernos, ordenadores y urnas en los 14.000 centros de votación.

La falta de personal militar ha obligado al régimen de Nicolás Maduro -que busca el 20 de mayo la reelección de su cargo para otros seis años en unos comicios que la mayoría de la oposición y gran parte de la comunidad internacional rechazan por fraudulentos- a reclutar a jubilados y milicianos y entrenarlos de manera rápida e improvisada para el Plan República.

La milicia bolivariana no llega a 100.000 miembros. A los jubilados y milicianos chavistas les encanta portar fusiles y los pechos llenos de medallas. Su participación en los actos públicos ha quedado para los desfiles folclóricos que convoca Maduro para los aniversarios patrios. Esta forma improvisada de entrenamiento militar a personas no preparadas para tales funciones no garantiza la seguridad del proceso electoral, pues se requieren más de 50.000 uniformados para proteger los 14.000 centros de votación.

Cualquier militar o civil que proteste contra las injusticias, los bajos sueldos, la falta de comida o los altos precios es susceptible de ser detenido. Las elecciones pueden empeorar la crisis y por eso hay soldados que prefieren escapar de los cuarteles para poder sobrevivir.