La cosa empezó en España, durante los preparativos del Quinto Centenario del descubrimiento de América en 1992, con el Felipismo en su cénit, cuando se empezó a hablar del “encuentro de dos mundos”, en lugar de hablar de lo que fue: el encontronazo entre la civilización cristiana española y la barbarie indígena americana, representada por los sacrificios humanos de adultos. Ahora, en el propio Occidente, contamos con los sacrificios de niños en clínicas abortivas o con el aborto químico, en el interior de cada hogar.

Pues bien, con las elecciones de medio mandato en EEUU, se repite la historia. Los demócratas de Barack Obama y los Clinton, que aún lideran un partido que se ha ido pervirtiendo al modo de la ideología de género, se vanaglorian de haber llevado al Congreso a feministas (no hay mujeres no feministas entre los demócratas), miembros LGTBI, musulmanes, etc. Como si la mera entrada de una mujer en un organismo público signifique que se van a arreglar todos los problemas públicos.

La diversidad se ha convertido en un instrumento contra la civilización cristiana

A la ideología de género le llamamos diversidad y la diversidad no es sino un instrumento contra la civilización cristiana. En efecto, el ateísmo choca con la conciencia humana y no representa, todavía, una bandera para enseñar, pero el sincretismo, sí: es la gran arma contra esa civilización cristiana. No queremos aniquilar a la Iglesia, dice el Nuevo Orden Mundial (NOM): queremos conquistarla. Y hay que reconocer que lo están logrando aunque nunca disfrutarán de una victoria completa.

El sentido común dice que el hecho de que entren en el congreso dos musulmanas –una herejía del cristianismo que se niega a acatar la filiación divina y que, de entrada, cosifica a la mujer– no puede considerarse positiva, ni presentarse como ejemplo de diversidad. En efecto, esa es la diversidad de lasTorres Gemelas.

Lo mismo puede decirse con el malentendido interesado sobre el fenómeno migratorio, como arma favorita contra Donald Trump, al que podríamos definir como un barbián de taberna extraordinariamente sensato: casi siempre acierta en el fondo y falla en las formas. Justo lo contrario que Barack Obama y Hillary Clinton.

La cosa empezó en 1992, en España, cuando se empezó a hablar del «encuentro de dos mundos», no del encontronazo entre la civilización española y la barbarie indígena

Ejemplo: ayudar a los hondureños que marchan hacia Estados Unidos es bueno, pero lo que hacen esos hondureños desesperados supone una barbaridad contra todo derecho. Lo que hay que hacer es levantar un país, no huir de él. Y hay que pedir ayuda a Estados Unidos, y a España, para levantar Honduras, no abandonar Honduras y exilarse fura, porque el exilio es la pena más horrible, independientemente de la acogida.

Respecto a la ideología de género, ha llevado a la confusión a los seguidores del Partido Demócrata. Sus dirigentes, insisto, sobre todo Barack Obama y los Clinton, no sufren confusión alguna, saben perfectamente lo que hacen: una cruzada anticristiana y antipersonas.

Bill Clinton dirige una fundación para escolarizar a niñas. Él mismo reconocía en Madrid que el principal objetivo no es educar a las niñas, sino que permanezcan más tiempo en el colegio para que retrasen la maternidad y que tengan menos hijos. ¿Comprenden?