De la mano del lamentable abad Josep María Soler, un hombre aquejado de cierta macedonia mental y con una gran capacidad para dividir, la Abadía de Montserrat, sede de la advocación mariana de la Moreneta, patrona de Cataluña, se ha convertido en sede política del independentismo catalán. Y no puede ser que un santuario mariano se convierta en fuerza política. A la Virgen María déjenla en paz. Su papel siempre ha sido mucho más importante que el que pretenden asignarle ahora. Y en estos momentos, infinitamente más importante que el mezquino asunto del independentismo catalán.

Sería bueno que el arzobispo Juan José Orella y los superiores de la orden benedictina intervinieran para despolitizar la Abadía de Montserrat

El abad Josep María Soler repite a quien quiera oírle que el Papa Francisco comprende que Cataluña es una nación y que el Vaticano aprueba la independencia. No es verdad. Es más, preguntado por el ‘prusés’, Francisco respondió que una cosa es la independencia y otra “separar lo que siempre ha estado unido”, algo que apunta al corazón de todo el conflicto. Ahora, el presidente Torra utiliza Montserrat para ejercer fe en Cataluña, que no es dogma de fe, con un régimen de adelgazamiento que, según su mezcolanza político-religiosa, es ayuno ascético.

El cardenal-arzobispo de Barcelona, Juan José Orella, así como los superiores de la orden  benedictina, deberían despolitizar la Abadía de Montserrat y dar a Santa María el culto que le es debido: el de especial veneración, no el de activista del separatismo.

Miente el Abad Soler: el Papa Francisco mantiene que no es bueno separar lo que siempre ha estado unido

Mientras, Sánchez sigue el mismo periplo de Mariano Rajoy con el prusés. Ahora, en el momento más inoportuno, amenaza con enviar policías nacionales y guardias civiles a Cataluña. Pero hombre, si es ahora cuando los mossos han situado a los separatistas ante sus propias contradicciones: no han intervenido ante las gamberradas de la CUP y demás pacifistas violentos y así han mostrado lo que sería una Cataluña independiente: acracia y la desembocadura lógica del pacifismo separatista: la imposición de la ley de la selva.

Y esto porque el separatismo no es una religión ni el separatismo es pacifista. Pero Sánchez es prisionero de todos aquellos que le permitieron cumplir su sueño de acceder a La Moncloa.