¿Acusan al obispo de Colonia Rainer Woelki de pederasta? No, porque es mentira. ¿Acusan al obispo de Colonia de haber de no haber fusilado a un cura pederasta? Sí, y le acusan con saña. Es más, los cismáticos alemanes han elaborado una puesta en escena de deserción masiva y de toma del poder eclesiástico en Colonia.

Por pura casualidad, resulta que monseñor Woelki -que no se crean que es un tradicionalista, es más, tira a modernillo- es uno de los pocos obispos alemanes que no pretenden separarse de Roma y hacer mangas y capirotes al Papa Francisco. Pero naturalmente, la ofensiva contra Woelki es una simple coincidencia. Naturalmente.

La Unión Europea (UE) se construyó gracias a un poso común llamado cristianismo. Cuando ese ideario común es traicionado surge la inestabilidad: primero teológica, luego económica, finalmente política

¿Y todo esto no es más que una cuestión religiosa, un cisma eclesial, una quisicosa bizantina? ¡Ojalá! La verdad es que la Europa actual recuerda aquella advertencia de Voltaire a los príncipes de la época: yo no me siento capaz de gobernar a un pueblo de ateos.

Como buen progresista, el anticlerical Voltaire consideraba que la ciencia política consiste en que el pueblo esté tranquilito, no dé guerra, no se alce en armas, y a ese ciencia abstrusa de la estabilidad, civilizada, ilustrada, es a la que rinden pleitesía los actuales gobernantes europeos. La politica en la Europa del siglo XXI no consiste en luchar por el bien común sino en evitar el mal mayor, la violencia, aunquen sea comprando la paz social con cargo a subvenciones presupuestarias. A eso le llaman estabilidad.

El virus y la respuesta monetaria a la crisis económica subsiguiente están rompiendo a una Europa ya dividida

Pues bien, es así como el cisma alemán se convierte, no sólo es una cuestión religiosa, sino también política, aunque nuestros analistas apenas se ocupan del llamado “camino sinodal” de los obispos germanos, que ya han enviado al Papa Francisco, en plan retador, el documento elaborado por la mayoría -sí me temo que son mayoría- de los prelados. Es la inestable Europa del cisma germano.

¿Y en qué consiste? Pues no se crean que que se trata de debates teológicos profundos. Allí no se habla del misterio de la Santísima Trinidad, del origen del mal en el mundo, de combatir la injusticia, de la providencia y el destino, de la libertad del hombre y la misericordia de Dios. La teología profunda de los popes germanos reclama curas casados, matrimonio homosexual y sacerdotisas… mayormente. Es lo que podríamos denominar teología de la bragueta.

Y si algún obispo se atreve a hacernos frente le acusamos de pederasta, como la titular de Colonia. La pederastía aún sigue siendo útil para arremeter contra la Iglesia: cuando deje de serlo, la despenalizarán.

Si algún obispo germano se atreve a hacer frente a los cismáticos le acusan de pederasta. Al menos, Lutero hablaba de la libre justificación por la fe. Estos, sólo de cintura para abajo: le llaman camino sinodal

Al menos, Lutero hablaba de la libre justificación por la fe, éstos hablan de gaymonio, curas casados y sacerdocio femenino. Le llaman camino sinodal.

Y todo esto ocurre en plena crisis económica post-virus. A Ursula Von der Leyen se le está yendo de la mano el proceso de unión europea. La vacunación contra el Covid ha provocado ya muchas deserciones, y Christine Lagarde, la disparatada presidenta del Banco Central Europeo (BCE) se ha visto obligada a rebajar la compra de deuda pública porque el endeudamiento del Continente amenaza con una crisis de deuda… que son las crisis económicas que más inestabilidad política crean. La amenaza de una quiebra de Europa no es baladí.

La Unión Europea (UE) se construyó gracias a un poso común llamado cristianismo. Cuando ese ideario común es traicionado surge la inestabilidad: primero teológica, luego económica, finalmente política.