Ser cristiano no es creer en Cristo, sino amar a CristoSatanás también cree en Cristo, pero no le ama demasiado. 

Con esto quiero decir que albergo dos preocupaciones sobre la situación de la Iglesia a día de hoy: la iglesia-ONG y la iglesia-cultural.
Vamos con esta última: me preocupo cuando oigo hablar de ‘cultura cristiana’. Por supuesto que la religión cristiana ha creado una cultura y una civilización, pero cuando oigo hablar de cultura cristiana no puedo evitar recordar aquello que le decía una padre a su hijo pequeño: "A la Iglesia hay que ir, pero no te creas nada de lo que oigas allí". Aquel hombre probablemente destrozó a su hijo.

Iglesia-ONG e Iglesia cultural: dos sólidas herejías de nuestro tiempo

Sé que existe poco peligro dado que ir hoy a la Iglesia no es un acto de socialización, sino un desafío a la sociedad: está mal visto practicar la religión.

Pero aún considerando a la Iglesia como una filosofía tampoco andaremos por la senda adecuada, porque cristiano no es el que cree en Cristo sino el que ama a Cristo. No olviden que el demonio también cree en Dios, vaya sí cree, pero no le ama demasiado.

Vamos, que no es que la Iglesia no debe ser una ONG, es que, a más a más, si se empeña en serlo, va a resultar una ONG de chicha y nabo.

Y es que la Iglesia no puede salvar al mundo: sólo al hombre y, salvando al hombre, salva a toda la humanidad.

Como ONG, la Iglesia no tiene media torta: no le da el presupuesto

Y luego está la otra sólida herejía de nuestro tiempo: la iglesia-ONG. Y aquí el heresiarca no sólo patina a la hora de prescindir de Dios y adherirse al Gobierno: a fin de cuentas, a las ONG sólo les sobra la ‘n’. No sólo patina porque Dios nunca se deje utilizar como medio para ningún fin, -aunque el objetivo sea bueno- dado que Él es un fin en sí mismo. No, digo que utilizar a la Iglesia como una ONG supone arrimarse al aliado más débil. Mire usted, el presupuesto del Estado vaticano es muy similar al del Principado de Andorra y seguramente menor que el más modesto de los ministerios de España y, seguramente, menor que el de muchas comunidades autónomas y que algunos ayuntamientos.