La consolidación no ha terminado, ni mucho menos, en el sector de las telecomunicaciones. Los cinco grupos que operan actualmente en España son multitud y tendrán que afrontar nuevas operaciones corporativas, como la anunciada el martes entre Euskaltel y Orange.

Las conversaciones, según El Economista, están en una fase muy preliminar. De momento solo hay buenas intenciones entre dos compañías que, eso sí, mantienen una excelente relación desde 2014, cuando la vasca contrató el servicio de roaming nacional a Orange y no a Vodafone.

Los nuevos mercados supondrán el 8% de los ingresos del grupo en 2022

Ahora bien, ¿de verdad es una operación interesante para ambas telecos? Algunos expertos consideran que no, especialmente para Orange. La compra de Euskaltel aportaría poco a la filial del grupo francés. Estamos hablando de 800.000 clientes de fibra óptica (servicios convergentes) concentrados, sobre todo, en el País Vasco, Galicia y Asturias. La cablera ha anunciado este miércoles su intención de extenderse por Navarra, León, Cantabria, Cataluña y La Rioja durante 2019. En total, prevé llegar a más de un millón de nuevos hogares. Los nuevos mercados supondrán el 8% de los ingresos del grupo en 2022, según el plan.

El solo anuncio de conversaciones disparó la cotización de Euskaltel un 6% durante la sesión del martes

De momento, la compañía cuenta con 800.000 clientes, entre particulares y empresas, capitaliza en bolsa algo más de 1.200 millones de euros y, al cierre de 2017, tenía una deuda financiera neta de 1.606 millones de euros, 4,5 veces el Ebitda. Visto así, no parece una compra muy atractiva para Orange. Y todo esto sin tener en cuenta el factor político que rodea a Euskaltel (Kutxabank posee el 21,3% de la teleco) y que llevó a Zegona a dar marcha atrás en su intento de controlar la compañía.

Una cosa está clara: el solo anuncio de conversaciones disparó la cotización de Euskaltel un 6% durante la sesión del martes (el plan anunciado este miércoles, sin embargo, ha dejado indiferente al mercado) y colocó a Orange en el centro de las miradas como un operador capaz de asumir grandes operaciones corporativas (como la compra de Jazztel), después de un 2018 en el que, según El País y El Español, y a la espera de datos oficiales de la CNMC, perdió 355.000 clientes.