• Si, tras las próximas elecciones, Moncloa dependiera de Ciudadanos para formar Gobierno, Rivera exigiría como condición la cabeza de Rajoy.
  • Lo que no sabe Soraya es que el líder de C's juega a todas la bazas: también la de Cristina Cifuentes.
  • En cualquier caso, Rivera se jalea con todos. Su segundo, Francesc de Carreras, insiste en pactar con el PSOE, no con el PP.
  • Por su parte, Mariano Rajoy tiene claro que, si consigue una mayoría medianamente holgada, se cargará a las dos: a Dolores de Cospedal y a la vicepresidenta.
Días atrás dejábamos a la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría y Albert Rivera (en la imagen), perdida en un laberinto llamado ambiciones: no le era posible sustituir a Mariano Rajoy antes de las elecciones pero, aunque el PP las perdiera, tampoco le sería posible sustituir a Rajoy por doña Soraya: carece de apoyos en Génova. Pero para eso está su jefa de Gabinete, María González Pico, atacabos y desatanudos, mayor del reino. Pico ha puesto en contacto a Soraya con el emergente líder de Ciudadanos, Albert Rivera, un personaje, que vaya usted a saber por qué, no traga a don Mariano. Esa es la oportunidad de Soraya. Escenario: Rajoy consigue ser el partido más votado en las próximas generales pero necesita el apoyo de Ciudadanos para gobernar. Bueno, eso si C'S no se desinfla antes de las Generales, como le está sucediendo a Podemos. Entonces Rivera está dispuesto a dar la campanada. No haciendo caso a su intelectual de cámara, Francesc de Carreras, partidario de una alianza con el PSOE, sino pactando con el PP un Gobierno de coalición o un apoyo parlamentario. Ese sería el momento de Soraya… presidenta de una coalición PP-Ciudadanos. Pero cuidado, vice, cuidado M-Pico: Rivera es un mariposón -en el buen sentido de la palabra, que diría Alfonso Guerra-: se jalea con todos y todas. Digo, porque en Ciudadanos están muy contentos y felices con doña Cristina Cifuentes, la nueva lideresa madrileña, tan progresista o más como los de Ciudadanos y a quien mantienen al frente de la Comunidad de Madrid según el viejo adagio: Rey soberano será si hace nuestra voluntad. Es el modelo que Rivera quisiera ampliar a todo el país. Primero provocar la regeneración, que en Ciudadanos entienden como mero rejuvenecimiento de la clase política. Luego, segunda fase, Ciudadanos podrá ser el otro PP e incluso desbancarle de la derecha política. Todo ello dentro del universo de derecha progre que representa Rivera y por el cual suspira. Y claro, es que Cifuentes aún es más progre que Soraya. Ya saben lo que es el progresismo en el siglo XXI: abajo los curas y arriba las faldas. Pero, la verdad es que si Soraya no tiene predicamento en el PP, de Cifuentes, de la abortera y republicana Cifuentes, mejor ni hablamos. Y Cifuentes, que es muy cariñosa, se deja querer. Y eso que hasta hace dos días aseguraba ser una mujer "de la vicepresidenta". Ahora bien, Rajoy, en el entretanto, no se está quieto. El hombre de las decisiones reposadas (algunos aseguran que tardías, pero no hay que hacerles caso: sólo dicen la verdad) ha tomado la decisión de, siempre que gane las próximas elecciones, prescindir de las dos, sí, de esas que están ustedes pensando: de las enfrentadas, perpetuamente enfrentadas, Dolores de Cospedal y Soraya Sáenz de Santamaría. En cualquier caso, para Rivera, tumbar a Rajoy no sólo es un logro, es un ejercicio de renovación, aventura para la que él ha llegado a la política española, si ustedes me entienden. Porque Cifuentes y Soraya son el nuevo PP, Rajoy es el PP caduco y corrupto. ¿Qué significa eso? Nadie lo sabe pero suena 'dabuten'. Eulogio López eulogio@hispanidad.com