El atentado con coche bomba cometido en Mogadiscio, Somalia, ha costado la vida, de momento, a casi un centenar de personas y ha provocado decenas de heridos de diversa consideración. Nadie lo ha reivindicado todavía aunque el Gobierno somalí sospecha del grupo terrorista Al Shabab. El presidente ha pedido unidad para luchar "contra el terrorismo brutal" que refleja, a juicio de los analistas, la debilidad del Estado somalí para garantizar la seguridad en un país en conflicto desde hace casi tres décadas, y también las dificultades que tiene la misión de la Unión Africana, con 30.000 efectivos en el país, para combatir la violencia extrema. "El hecho de que Al Shabab, que atenta en la zona desde hace una década con el objetivo de imponer el integrismo, no haya reconocido hasta ahora la responsabilidad del ataque es síntoma inequívoco de que lleva su sello", aseguran.

Al Shabab, que llegó a ocupar parte de Mogadiscio hasta la intervención de la misión de la ONU en el país en 2011, tiene entres sus objetivos a las potencias extranjeras presentes en Somalia. El pasado 4 de febrero, el grupo atentó contra los trabajadores de una empresa de Emiratos Árabes con proyectos en el norte del país. Un portavoz afirmó que la acción formaba parte de un plan contra “las compañías mercenarias que saquean los recursos de Somalia”.

Al Qaeda está presente en la zona desde 2006: Boko Haram opera en  Nigeria, Níger, Chad y Camerún, lo mismo que Al Shabaab opera principalmente en Somalia

Somalia lleva tanto tiempo en guerra que buena parte de la població ya nació en este escenario: el 75% de los habitantes de este país africano no ha cumplido los 35 años. Desde la caída del dictador Siad Barre en 1991, es víctima de la violencia sectaria. Los clanes, muchos de ellos liderados por señores de la guerra, han escenificado una batalla por el control territorial cuyo resultado es una nación fragmentada en la que la autoridad del presidente, Mohamed Abdullahi Farmajo, se extiende poco más allá de las fronteras de la capital porque, en realidad, son los clanes y los señores de la guerra los que mandan en su territorio.

No obstante, y según de The Economist, existe una región al norte de la antigua Somalia y denominada Somaliland, que se ha convertido en  la "democracia más fuerte" de África del Este. “Aunque no disfruta de reconocimiento internacional como país, declaró su independencia del resto de Somalia en 1991, al inicio de la guerra. Desde entonces, ha conseguido resurgir de sus cenizas, construir un Estado con instituciones políticas propias, un presidente elegido democráticamente (en elecciones monitoreadas por observadores internacionales) e incluso moneda propia. Al contrario de Somalia, Somaliland disfruta de una estabilidad y paz sorprendente e inusual en esa zona del Cuerno de África".

Pero volviendo a la realidad tras el atentado de ayer, el escenario bélico, ese ‘todos contra todos’, se concreta en que la misión internacional intenta, como puede, combatir a los radicales yihadistas, es decir, Al Shabab al sur y el ISIS al norte, al mismo tiempo que ambos se enfrentan por el control de la yihad en el cuerno de África.

Una situación que sitúa a Somalia, por sexto años consecutivo, en el primer lugar del Índice de Fragilidad de los Estados de la organización Fund for Peace (Fondo para la Paz), que analiza los problemas de los llamados “Estados débiles y fallidos”. El Fondo la describe como un país "crónicamente inestable, sin gobierno y amenazado por militantes islamistas, piratas y la hambruna". A todo esto se suma los asesinatos y secuestros que los grupos extremistas perpetran de forma regular y los ataques con bombas que se han multiplicado en los últimos cinco años. Hay que recordar que el más brutal se produjo en octubre de 2017, también en Mogadiscio, donde murieron más de 300 personas, y que dejó al país conmocionado, aunque parezca imposible.

Somalia se situa en el primer lugar del Índice de Fragilidad de los Estados de la organización Fund for Peace que analiza los problemas de los llamados “Estados débiles y fallidos”

La zona del Sahel

Es cómo definen los expertos la base de operaciones del yihadismo que cruza África en la que conviven conflictos, pobreza, delincuencia organizada y terrorismo. Una franja que supera los 4.900 km, que atraviesa el continente desde el Océano Atlántico al Mar Rojo y que sirve de paso entre el desierto del Sáhara y la sabana. Mauritania, Mali, norte de Senegal, norte de Burkina Faso, sur de Argelia norte de Nigeria, Niger, Chad, Sudan del Norte, Eritrea y norte de Etiopia y, por supuesto, Somalia, se encuentran en ella

Al Qaeda está presente en la zona desde 2006: Boko Haram opera en partes de Nigeria, Níger, Chad y Camerún, lo mismo que Al Shabaab, en este caso en la parte este, principalmente en Somalia.

Aseguran los expertos que la derrota del Estado Islámico en otros lugares tiene como consecuencia que la zona del Sahel sea vista un centro de reunificación del movimiento yihadista.

En el Sahel hay ahora mismo varias operaciones y misiones extranjeras actuando, dependientes de distintas organizaciones y países, principalmente europeos, aunque también hay tropas norteamericanas.

Por cierto, Estados Unidos anunciaba el pasado mes de octubre la reapertura de la embajada en la capital somalí después de casi treinta años. El cierre de la embajada se produjo el 5 de enero de 1991 cuando Somalia se sumió en una guerra civil.