Sobre el ruido provocado por los muertos reales del Coronavirus, que son más de los que dice el doctor Simón, del fracaso del confinamiento, que no es como nos lo cuentan en RTVE, y sobre la reforma laboral del PP, que no puede derogarse porque Europa no lo permite, lo cierto es que la pugna interna del Gobierno ha tocado fondo: la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, se rinde ante el vicepresidente social -muy social- Pablo Iglesias Turrión. El podemita ha vencido a la bruselina. A Sánchez le gustan cada vez más los insultos y dentelladas del neocomunista, que le permiten a él exhibir su imagen de estadista moderado. Ya saben, siempre que alguien suelta el disparate de que dos más dos son seis y un sensato le corrige, asegurando que dos más dos son cuatro, surge un tercero que, en pro de la moderación -y el diálogo- acaba concluyendo que dos más dos son cinco. Ese es Pedro Sánchez en el momento presente.

No habrá fondos europeos si se toca la reforma laboral, ya de suyo moderada

Ojo, como ya hemos informado, Calviño nunca ha presentado su dimisión a Pedro Sánchez, porque cuando presentas la dimisión siempre corres el riesgo de que te la acepten. Pero lo cierto es que, a día de hoy, ya en postcoronavirus, Calviño se ha rendido, sobre todo al contemplar cómo la titular de Hacienda y portavoz del Gobierno, María Jesús Montero, de carácter acomodaticio, ha hecho suyas, no las tesis, que no es tan idiota, de Iglesias pero sí su formulación pública y las ha convertido en las tesis de Sánchez. Y algo parecido ocurre con José Luis Escrivá -quién te ha visto y quién te ve- quien ya habla de escudo social. Y la también moderada Reyes Maroto manda menos que un gitano en un juzgado, mientras la vicepresidenta Carmen Calvo se niega abandonar su cargo como obispa del templo feminista. El resto del Gabinete es podemita. Y así, aunque consiguiera presidir el Eurogrupo, su poder en Madrid declina. 

Para los neocomunistas, lo importante es que el BCE permita el hiperendeudamiento de España

Ahora bien, a Calviño le queda Bruselas. Porque, tras el coronavirus, Europa no está dispuesta a dar su dinero para la España de vagos y de voto cautivo que pretende Pablo Iglesias. Y ahora sí que Europa va a repartir dinero, no sólo créditos. Un detalle: resulta patético que Bruselas proponga la reindustrialización de España, es decir, crear empleo, mientras el Gobierno Sánchez sólo propone subvenciones, como el Ingreso Mínimo Vital (IMV). O sea un alimentavagos.

No habrá fondos europeos sólo para pagar subvenciones en España, como pretende el podemita

Calviño ha ganado la primera batalla en Bruselas, que prohíbe la derogación de la reforma laboral de Mariano Rajoy. Sabe que, al final, el modelo americano, que ganó ocho puntos de paro en abril y casi los recupera en mayo, es el objetivo final de Europa, no hay otro, pero también sabe que no puede llegar hasta él en un año porque hemos creado una vieja Europa poblada de jubilados y de gente que vive del cuento. Y no quiere lo que el Gobierno Sánchez, llama “escudo social”, otro invento neocomunista que consiste en eso: en alimentar al vago con el dinero del esforzado. 

Resulta patético que Europa proponga la reindustrialización de España, es decir, crear empleo, mientras el Gobierno Sánchez propone crear subvenciones, como el Ingreso Mínimo Vital

Pero no se equivoquen. A Iglesias le da igual el veto de Bruselas mientras disponga del recurso a Francfort, al Banco Central Europeo (BCE). Para los neocomunistas, lo importante es que el BCE permita el hiperendeudamiento de España. Y lo va a permitir, porque el BCE sí que es una autoridad única y porque la monetarista majadera -quizás una reiteración- de Christine Lagarde, se ha creído la salvadora de Europa a cosa de darle a la máquina de hacer dinero.

Ahora bien, no olviden que Francfort son créditos, Bruselas, al menos en parte, donaciones. Si lo prefieren, aportaciones mutualizadas a favor de los países más desfavorecidos.

En resumen, Iglesia busca hiperendeudar al Estado para mantenerse en el poder: nuestros hijos pagarán la deuda y la actual generación vivirá ahogada por una deuda y esperando la limosna del Estado. Es decir, del Gobierno, es decir, de don Pablo Iglesias.

Que nadie se equivoque. El principal objetivo de Pablo Iglesias no es la economía sino la III República

Calviño, que no es una liberal sino una socialdemócrata o socialista de mercado, pero al menos posee un adarme de sentido común y cree en la democracia y en la libertad, ha perdido la batalla frente al neocomunista Iglesias.

Pero no olviden que la batalla de los neocomunista de Podemos no es económica (nunca lo es) sino política. El principal objetivo de Pablo Iglesias no es la economía sino la III República. La tarde del martes, Podemos insistía en el Congreso en crear una Comisión de Investigación sobre Juan Carlos I por su participación en el Ave de la Meca. Gerardo Pisarello, uno de nuestros peores ciudadanos, se olvidó de recordar que el Rey a quien pretenden juzgar fue que introdujo la democracia a España, esa democracia gracias a la cual el diputado Pisarello cobra su sueldo. También pretende forjar una comisión parlamentaria que sirva de escarnio para el fundador de esa democracia parlamentaria.

Una operación III República que no sería imposible si Felipe VI no hubiese abjurado de su padre y ejerciera de lo que no ejerce; de Jefe del Estado. Porque, insisto: entre un golfo y un puritano, yo me quedo con el golfo.

Y tampoco olviden que hacia la III República, en España, se camina por la vía de la cristofobia.

Pero esa es otra historia. ¿O es la misma historia?