Realia ha refinanciado para otros dos años la deuda de 120 millones vinculada al área de promociones, que vencía el 30 de junio, “en condiciones competitivas de mercado”, dice en el comunicado a la CNMV sin dar más detalles. Es un paso delante de la inmobiliaria, que se acopla al ritmo que impone el magnate mexicano Calos Slim, decidido a impulsar la inmobiliaria, a la par que crece su indiferencia por el Grupo FCC.

La deuda de Realia, con los últimos resultados, los del primer trimestre, se eleva a 758 millones, después del recorte un año en 88 y de cinco respecto a diciembre, y refinancia 120 millones porque ha recurrido a la tesorería disponible para reducir en 13 el crédito bancario. El crédito vinculado a la actividad promotora, sin ese recorte, estaba en 133 millones.

El negocio de promoción de Realia es también el negocio que le gusta a Slim y en él se ha concretado la única operación de relieve desde que controla la inmobiliaria, 2015. Fue la inversión de 27,5 millones en suelo, en marzo, para construir viviendas en Alcalá de Henares (Madrid), que podrá desarrollar ahora con los 120 millones refinanciados.

Realia alarga el crédito bancario que vence finales de mes a diciembre de 2020

Otras cosa que no haya vendido aún todos los ya construidos. De hecho, tiene un stock de 432 unidades (viviendas, locales y oficinas) terminadas o en curso y pendientes de entrega (20 de ellas vendidas). 

Mientras, el problema sigue en el otro lado, el Grupo FCC, que ha quedado apalancada y el 49% de Aqualia, la joya de la corona, en manos del fondo IFM.

Ese escenario, en fin, ha provocado una rebelión de los españoles por el malestar que cunde entre los directivos y la plantilla del grupo por la gestión del mexicano. La división más débil es FCC Construcción y cuelga sobre ella la posibilidad de un nuevo ajuste. Su cartera está estancada y ha restado 2.000 millones a la del grupo, que tienen que compensar las otras dos, la filial de agua y FCC Medio Ambiente (entre la dos el 80% del Ebitda).

En la primera la fuente de preocupación está en el asalto de los australianos de IFM sobre el 51%, pero el fondo no se termina de fiar. En la segunda, el compás de espera está en la parálisis de la recomposición jurídica de su estructura hasta las elecciones.