La vista previa celebrada este lunes ha concluido sin acuerdo y las partes irán a juicio, que comenzará el 10 de marzo. Por una parte, Andrea Orcel, que reclama 112 millones de euros por su fichaje frustrado y, por otra, el Santander, que alega que no rompió ningún contrato porque, sencillamente, aún no estaba firmado.

La clave del no fichaje del banquero italiano, sin embargo, no fue la elevada indemnización que exigía, ni su sueldo millonario. La clave, como adelantó Hispanidad, era quitarle poder a Ana Botín para dárselo a los fondos de inversión. ¿Por qué iba a querer un experto en banca de inversión ponerse al frente del mayor banco minorista de Europa y uno de los mayores del mundo?

El objetivo de los fondos era colocar a Orcel como consejero delegado para ir quitándole parcelas de poder a Botín, hasta convertirla en chairman de la entidad, sin ninguna capacidad directiva. Afortunadamente, se dio cuenta a tiempo y Orcel, que ya tenía pensado los fichajes que iba a realizar, se quedó con la miel en los labios.

Y cuidado, porque los fondos no se salieron con la suya, pero siguen dentro del banco.