• El divorcio entre Ana y Javier Botín es cada vez más acusado.
  • Recuerden: Ana preside el banco pero es Javier quien lidera la Fundación.
  • Los sindicatura de los hermanos controla algo menos del 0,6% del banco, mientras que la Fundación posee algo más del 0,6%.
  • En año y medio, los Botín han perdido unos 300 millones de euros, sólo en la sindicatura.
Que Emilio Botín esté distanciado de su hermana Ana Patricia (en la imagen) no es noticia. Lleva así desde hace veinte años. Lo grave es que ahora es Javier -y tras él, los demás hermanos- el que se ha cabreado con la presidenta del Santander. Cuando Ana Botín asumió la Presidencia del primer banco español -octubre de 2014-, tras el fallecimiento de su padre, contó con el valioso e inestimable apoyo de su hermano Javier, a la sazón, presidente de la Fundación Botín. El detalle es importante. Recuerden: Ana preside el banco pero es Javier quien preside la Fundación. Otro detalle que no conviene pasar por alto: según fuentes cercanas a la familia, la sindicatura de los seis hermanos controla algo menos del 0,6% de la entidad, mientras que la Fundación, que preside Javier, ostenta algo más del 0,6%. En total, los hermanos poseen alrededor del 1,2% del banco. Hay que tener en cuenta, además, que la bifurcación de ambas participaciones fue obra de don Emilio Botín y fue él quien decidió, todavía en vida, que fuera Javier quien estuviera al mando de la Fundación. No en vano, el pequeño de la saga siempre fue su preferido. Hasta ahí, todo correcto. Javier se entendía a la perfección con su hermana mayor, también con su marido, Guillermo Morenés, y no dudó en apoyarla sin fisuras cuando asumió las riendas de la entidad. Pero la relación Ana-Javier ha sufrido un giro de 180 grados. ¿La causa? En año y medio que lleva Ana Patricia al frente del Santander, la cotización de las acciones se ha desplomado un 46%. Es decir, el 0,6% que en octubre de 2014 valía unos 656 millones de euros, ahora sólo vale unos 354. En otras palabras, bajo el mandato de Ana Patricia, Carmen, Emilio, Carolina, Paloma, Javier y la propia Ana han visto cómo su patrimonio perdía, nada más y nada menos, que 300 millones de euros. Demasiado, incluso para los Botín. Y eso sin contar con las pérdidas por el 0,6% de la Fundación. Me dirán que la culpa no es de la presidenta y que todo el sector ha sufrido un retroceso bursátil importante. Efectivamente, así es. Como adelantamos este jueves, la banca española perdió un 18,9% en bolsa durante 2015, más del doble que el Ibex. Pero esto no es excusa, porque el Santander fue, precisamente, el que más perdió: un 25,2%. En definitiva, el divorcio entre Ana y Javier es cada vez más acusado. Y ojo, porque si la valoración del banco no remonta, el cabreo de los hermanos irá a más. Pablo Ferrer pablo@hispanidad.com