Lo primero: Rami Aboukhair no abandonará el Banco de Santander, a pesar de que Ana Botín ha decidido sustituirle, como CEO de Santander España, por el responsable de toda Europa, el portugués Antonio Simoes, que ahora comandará de forma directa España.

El medio cese de Aboukhair llama la atención por cuanto llegó al Santander como el hombre de confianza de Ana Botín. Tras absorber a Popular, por un euro, Botín, le nombró primer ejecutivo de la entidad absorbida aunque, eso sí, con el muy ajustado sombrero de Rodrigo Echenique encima, un peso pesado en todos los sentidos del término.

En la casa lo llaman la estrategia del sello: primero les pega y después les mata

Ahora bien, el error de Rami consistió en la dureza con la que trató a los territoriales del Popular, probablemente la mejor red de banca doméstica de todo el país. Muchos todavía no se lo han perdonado.

Al final, Aboukhair comenzó a perder competencias y finalmente ha quedado en expectativa de destino.

Su caso se une al de José Antonio Álvarez, cesado como CEO y luego vuelto al cargo tras el fiasco Orcel. La movilidad de directivos en el Santander es de alta rotación, no así los consejeros. Así, en Boadilla del Monte ya se ha acuñado la definición de la política de la presidenta, con sus más directivos, calificada como la estrategia del sello: primero les pega y después les mata.

Curioso, porque está política no la amplía doña Ana a los consejeros. CuaNdo se trata de cambios en el Consejo, Botín se lo piensa dos veces. Eso sí, exige lealtad absoluta a los vocales. Porque el enemigo de un presidente de banco, a día de hoy, no son ni sus directivos ni sus consejeros: son los fondos de inversión.