Hablábamos ayer del chantaje al que los fondos están sometiendo a Ana Botín para que trocee la entidad. No aguantan que uno de los bancos más importantes del mundo sea español, que, además, sea un banco doméstico, esto es, que cumpla una función social, y, por último, tampoco les gusta la ligazón de la familia Botín con el banco.

Intentaron arrebatarle el poder a doña Ana con el fichaje de Andrea Orcel, pero su plan fue abortado por la propia presidenta, como adelantó Hispanidad. Los fondos, sin embargo, no se dieron por vencidos y continúan presionando: exigen más recursos propios para obligar a Botín a vender activos o a trocear el banco.

Pero la presidenta se ha plantado y les ha dejado claro que no venderá ninguna filial, tampoco Santander Bank (EEUU), por mucho que el Citi se lo haya recomendado en su último informe. Ni mucho menos troceará el banco. Muy al contrario, el plan de Botín para los próximos tres años consiste en hacer crecer el negocio, especialmente en Hispanoamérica.

Relacionado

Brasil y México, junto al área de Latin América, serán los motores del grupo con ROTEs (rendimiento del capital tangible) superiores al 20% (Latin América y Brasil) y al 19% en México.

Las otras dos palancas principales del nuevo Plan Estratégico presentado el jueves en Londres son la digitalización, con una inversión de 20.000 millones en cuatro años, y la reducción de costes de 1.200 millones anuales. Sin duda, la integración definitiva del Popular será clave. Pero esa es otra historia.