Olvídense: Pedro Sánchez no piensa convocar elecciones. Primero, porque podría perderlas. Y Sánchez es un adicto al poder. Además, sabe que mezclar las generales con las municipales corre en su contra. Y eso es lo que aseguran fuentes monclovitas a Hispanidad. Es más: José Luis Ábalos ni tan siquiera se ha equivocado; ha pronunciado una obviedad.

Además, Sánchez necesita el pedigrí que otorgan las relaciones internacionales. Es un presidente legal pero con escasa legitimidad, dado que fue aupado por un peligroso frente popular, compuestos por comunistas, antisistema, separatistas, proetarras, etc. Por tanto, necesita volverse serio de cara a los españoles: mucho viaje internacional, mucha imagen al lado de los líderes mundiales. El problema de Pedro Sánchez es que vive permanentemente al borde mismo del ridículo y tiene que hacerse respetar.

Mientras, el presidente calienta la guerra interna en Moncloa: Calvo contra Iván Redondo

Las mismas fuentes reconocen que, además, no le importa tener un Gobierno quemado con tal de que esté unido; así, lo tiene quemado pero lo mantiene unido. Sin dimisiones, por supuesto, con ministros molestos pero, impasible el ademán, sin fisuras.

Ambos quieren controlar la relación con los medios informativos y con las empresas

Es más, a Sánchez le encantan los enfrentamientos entre ministros. Le encanta, por ejemplo, el enfrentamiento más importante de todos y el menso reseñado: Iván Redondo su jefe de prensa, su estratega, el que le convención de la moción de censura contra el PP como convenció a García Albiol de que hiciera una campaña contra los inmigrantes en Badalona.

Redondo mantiene una pugna con Carmen Calvo, la vicepresidenta, porque ambos quieren controlar las relaciones con los medios y con las grandes empresas. Algo muy parecido a la pugna mantenida por Soraya Sáenz de Santamaría con Jorge Moragas. Ganó Soraya, pero a Rajoy le encantaba la pelea.

Recuerden: Sánchez es un adicto al poder. No se irá: hay que echarle

En cualquier caso, Sánchez no convocará elecciones porque podría perderlas.

Recuerden: Sánchez es un adicto al poder. No se irá: hay que echarle.

El presidente no convocará elecciones hasta, por lo menos, dentro de un año. O peor, hasta que termine la legislatura, en junio de 2020. En el entretanto, será presidente del Gobierno, como le gusta recordar.