Aparece Pablo Iglesias por el Congreso, en su primera intervención y suelta la guinda: la medida estrella de su vicepresidencia, la de toda la legislatura, la de la década constitucional, será la “renta única garantizada y universal”, popularmente conocida por salario social. Se lo explico: cobrar sin trabajar.

En primer lugar, la tal renta única ya existe. Con distintos nombres y distintos volúmenes en cada comunidad autónoma aunque siempre entre los 400 y los 450 euros al mes.

Además, se utilizan distintos formatos, por que el PER no deja de ser algo muy similar a cobrar sin trabajar o trabajando lo mínimo. Y crea tradición, porque con las revueltas, lógicas, de los agricultores españoles, lo único que se le ha ocurrido por el momento al ministro Luis Planas ha sido… bajar el número de peonadas necesarias para cobra el PER. Pero el PER andaluz y extremeño, insisto, es el mejor salario social, al menos el menos malo, al menos hay peonadas.

No, el salario social es cobrar por trabajar. Y ningún hombre sensato quiere que se le alimente por no hacer nada. El hombre íntegro quiere ganarse el pan con el sudor de su frente, quiere trabajar porque el trabajo puede que sea lo más creativo que hará en su vida. No quiere ser una carga para los demás, quiere tirar del carro de la sociedad, no ser una carga para la sociedad. Pero Pablo Iglesias no es sensato. A Pablo Iglesias le encanta repartir el dinero de los demás entre los vagos.

Es, en suma, el hombre que se siente inútil. La pereza, créanme, es muy aburrida

Me lo cuenta un banquero, oriundo de una pequeña población andaluza. Lo malo del producto estrella de la izquierda, de este salario social, no es que no trabajes y te paguen 425 euros al mes, más o menos, por no hacer nada. Lo peor no es que te acostumbres a fomentar la vagancia. Lo malo no es que la iniciativa personal desaparezca. No, lo peor de todo, aún peor que todo lo anterior es que provoca alcoholismo, la depresión e incluso el suicidio.

Sí, mi fuente está repitiendo un círculo vicioso que no exagera.

Cuando alguien se acostumbra a que no tiene nada que hacer, se marcha al bar del pueblo a las 10 de la mañana. A la hora de comer ya va enfilado, y a la caída de la tarde no te explico lo que puede llevar encima.

Además, no hace falta ir al bar, también se puede quedar en casa con una cerveza una mano y con los ojos pendientes de Sálvame.

Eso, en la treintena y en la cuarentena causa de represión, porque uno tiende a convertirse en un soberano inútil.  A partir de ahí el camino hacia la depresión es corto. Un poco más largo hacia el suicidio, pero todo es alcanzable. Es, en suma, el hombre que se siente inútil. La pereza, créanme, es muy aburrida.

El salario social que con tanto entusiasmo pregona Podemos es un mundo sin expectativas, que no es lo mismo que un mundo sin esperanza, pero casi.

Al menos, que a los receptores del salario social se les obligue a hacer actividades de utilidad pública (por ejemplo, pantar árboles o limpiar pintadas), en beneficio de los demás, que son quienes les pagan. Pero eso, para Pablo Iglesias sería fascismo.