• Se ensaña con la forma española en la segregación de activos.
  • Además, en Londres no quieren ejecutivos españoles.
  • Los directivos británicos, muy suyos, sólo reportarán al presidente, Josep Oliu y al consejero delegado, Jaime Guardiola.
  • Tiene gracia, porque la banca británica está quebrada y el Santander está enseñando a los ingleses a hacer banca doméstica.
El Banco Sabadell se está encontrando con problemas que no esperaba en la compra del banco británico TSB, pero no proceden de la operación en sí, sino de las reticencias que están encontrando en los propios directivos de la entidad. Dos frentes: la segregación de activos, en los que están tropezando con el banquero anglo-portugués António Horta Osório (en la imagen junto a Oliu), y el recelo que provoca la presencia de ejecutivos españoles. Por partes. Antonio Horta Osório fue una de las piezas clave del equipo de Emilio Botín en el Santander. El portugués acabó en el Reino Unido y se convirtió después en el número uno del Lloyds. Pero no olviden que ha sido una de las filiales segregadas de ese banco, el TSB, el que se ha vendido al Sabadell. Aunque, en tono jocoso, el Ceo del banco español, Jaime Guardiola, asegura que TSB significa The Sabadell Bank. Eso no significa que la inserción del TSB en la cultura corporativa del banco español vaya resultar un camino de rosas. Tanto a él como su presidente, Pep Oliú, les está costando lo suyo hacerse con el control efectivo del banco británico. La oferta por la totalidad se formalizó la semana pasada. Problemas. En primer lugar, el anglo-portugués Horta Osório lo está poniendo difícil a la hora de negociar la segregación de activos. Los ingleses quieren quedarse con la mejor parte de la cartera de TSB, aprovechando la implicación de la filial en la matriz. Y a ese problema se une otro, de diferente cuño, más peculiar: los ejecutivos británicos, suyos ellos, no quieren directivos españoles en Londres y sólo aceptan reportar a Josep Oliu y a Guardiola. Así, directamente. En  la práctica, lo que eso supone es un proceso de integración y de dirección más lento y un encaje más difícil. Y tienen su gracia esas exigencias, sobre todo las últimas y a la luz de algo incuestionable: el hecho cierto de que la banca británica quebró, toda entera, y en su mayor parte tuvo que ser ayudada por el Estado. O sea que en lecciones, las justas. No sólo eso: son el Santander y ahora el Sabadell, precisamente, los que están enseñando a los británicos a hacer banca doméstica, con un modelo en el que la banca española sí tiene experiencia. A diferencias de otros bancos, los británicos -anglosajones ellos- eran extraordinariamente especulativos o sencillamente peligrosos, como el HSBC. Y así les ha ido, claro, entre el riesgo, lo temerario y lo fraudulento. Pero ya saben. Hablamos de Britania. Eulogio López eulogio@hispanidad.com