• El 'president' no ve motivos para la autocrítica e insiste en que nada cambia en su proyecto independentista.
  • La ruptura de una coalición -37 años, ahora, no parecen nada- abre el interrogante sobre el peso electoral por separado de CDC y de UDC.
  • El divorcio llegará también al Congreso -seis de los 16 parlamentarios son de Unió- y al relevo de Duran Lleida.
  • Artur Mas es cuestionado ya por toda la oposición, salvo por Oriol Junqueras, de ERC: ¿en qué mayorías sustenta su gobierno?
Ya no se habla tanto del desafío soberanista catalán como hace un año. Los españoles empezaron a aburrirse en serio del tema con el referéndum consultivo o 9-N (¿se acuerdan?) conducido desde la Generalitat hacia una Arcadia indefinida. Era mareante, laberíntico, interminable.  Pero la ruptura de CiU lo ha devuelto a la actualidad, a pesar de los pesares. No es una ruptura cualquiera después de 37 años unidos. El proceso de Artur Mas, en fin, ha desgastado a los españoles hasta la extenuación, pero ahí sigue el president, ya con un único defensor de peso: el independentismo de Esquerra Republicana, al que se suma algún grupo de extrema izquierda como la CUP. La ruptura de CDC con Unió Democrática (UDC) es, en esa línea, un apéndice más -se veía venir-, pero cuya acta de defunción no se ha concretado hasta este jueves, tras la decisión de UDC, ayer, de retirar a sus tres consejeros y el portazo de Unió a su oferta para sumarse una lista independentista. Como ha dicho Josep Rull, coordinador de CDC, "el proyecto político de la federación se ha acabado" y no acudirán juntos a las próximas elecciones, el último intento en los planes de Artur Mas para llegar a no se sabe muy bien dónde. En todas las guerras se pierden siempre efectivos. Rull ha explicado que las discrepancias son muy de fondo y el punto de retorno, imposible. Vamos, que Convengència ya no ve otra cosa en su proyecto político que la independencia, y los democristianos parecen optar por otra vía, aunque con una mayoría interna muy exigua. Es parte de lo poco que ha dicho Artur Mas esta mañana en el Parlament: nada de autocrítica por la fragmentación de su Gobierno, y ningún cambio en su proyecto para la independencia. "No es que hayamos votado separadamente de forma sistemática ni nada de esto, lo que pasa es que hay una discrepancia de fondo sobre el proyecto". Se abre así un espacio electoral inédito: nadie sabe a ciencia cierta el alcance electoral de una y otra fuerza política por separado. Tampoco se sabe quién sustituirá a Duran Lleida como portavoz del grupo parlamentario. Pero no puede estar unido en el Congreso lo que ya se ha roto en Cataluña: le podría sustituir Pere Macias. "Las cosas en el Congreso no serán como hasta ahora", ha dicho Rull, y seis de los 16 escaños son de Unió. Artur Mas dará a conocer el lunes quiénes sustituirán a la vicepresidenta Joana Ortega, y a los consejero Ramon Espadaler (Interior) Josep Maria Pelegrí (Agricultura). Mas ya se ha despedido amistosamente de ellos: "Las separaciones nunca son agradables, pero pueden ser de muchas maneras y pretendemos que sea amistosa". Otra cosa es cómo lo ven el resto. Salvo de Oriol Junqueras, su socio de ERC, que ha preferido no referirse a la ruptura y su efecto en el Gobierno, toda la oposición ha aprovechado la circunstancia para cargar contra Mas. Iceta (PSC) le ha pedido la dimisión y ha planteado que debería convocar elecciones, aunque están a la puerta de la esquina. "¿Cuántas cosas más se tienen que romper para que reconozca que la independencia unilateral no es viable?", le ha reprochado. Y por una línea parecida han caminado Alicia Sánchez-Camacho (PP) o Albert Rivera (Ciudadanos). Muy expresivo este último, al referirse al president: "Empezó diciendo que el 80% de los ciudadanos estaban a favor del proceso independentista. Después vimos que no era el 80% sino el 26% (los que votaron la consulta) y cada vez se ha ido quedando usted más solo". Y Joan Mena (ICV) ha recordado a Mas que él ya no es la solución, sino "el problema". Por no saberse, ya no se sabe ni "con que mayorías sustenta su Gobierno". Rafael Esparza rafael@hispanidad.com