• El lastre sigue en la política monetaria, con tipos en mínimos, y eso no va a cambiar en dos años.
  • El beneficio de los grandes cae un 23,1% (7.987 millones), amparado en la bicicleta financiera del BCE.
  • Calma con el Popular: no está en juego su sólido modelo de negocio con ventajas en la financiación de pymes.
  • Cláusulas suelo y demás reclamaciones: lo peor ha pasado y ahora toca restablecer la confianza.
  • Los bancos españoles superan la media europea en solvencia, ojo, pero no en rentabilidad.
  • Fusiones sí, pero dentro de la Unión Bancaria y no hasta dentro de diez o 15 años.
Los bancos han dejado atrás 2016 como un "ejercicio de transición", con variaciones muy ligeras respecto al año anterior, aunque más saneados, eso sí. En suma, están preparados para dar un salto -sobre todo en rentabilidad, que sigue estancada-, pero ese salto se retrasa. Son parte de los mensajes que ha dejado caer, este jueves, José María Roldán, presidente de la AEB, al dar cuenta de los últimos resultados anuales de los bancos españoles. El beneficio atribuido, así las cosas, ha caído un 23,1%, hasta 7.987 millones de euros, y hubiera mejorado un 12% sin los esfuerzos extra a los que ha obligado el ejercicio (por tipos de cambio, provisiones y saneamientos). Ojo, porque para Roldán no se puede hablar de un "ejercicio satisfactorio", sino "estable". El margen de intereses cae un 0,3% y el margen bruto, un 1%, muy  compensado con el aumento del 1,8% de los ingresos por comisiones y la bicicleta financiera del BCE (el ROF se dispara un 227,3%, de 2.014 a 6.591 millones de euros). 2016 ha sido un reflejo de un escenario económico poco favorable para la intermediación financiera. El objetivo se mantiene, de ese modo, en seguir mejorando la calidad de los balances, pero sin tirar las campanas al vuelo.  Y es que el principal problema no se ha movido: la política monetaria el BCE condena a márgenes muy estrechos por los tipos de interés en mínimos. Es un lastre que no pone en cuestión ni la solvencia, ni la eficiencia, pero sí la rentabilidad. Bueno, Roldán ha sido más suave: ha dicho que el entorno "sigue sin ser favorable".  En cualquier caso, el presidente de la AEB no que cree la normalización de la política monetaria llegue antes de 2018. Los bancos españoles destacan sobre la media de la eurozona en eficiencia y solvencia (12,36% de los activos ponderados por riesgo), no así en rentabilidad. Ahora bien, aunque hay variables significativas que se repiten para todos los bancos españoles -mora, solvencia, cobertura y eficiencia-, no ocurre lo mismo en términos de rentabilidad (ROE y ROA), en la que aumenta la dispersión entre entidades porque no todos han hecho el mismo esfuerzo en provisiones, ahorro de costes y refuerzo de los recursos propios. No hay nada inquietante, por tanto, ni por la situación del Popular -aunque Roldán se niega a hablar de casos concretos-, que si bien es cierto que atraviesa un momento difícil -sobre todo por la digestión de activos inmobiliarios-, no está en juego su "sólido modelo de negocio, con una ventaja comparativa clara en materia de financiación de pymes". Se ha mostrado optimista, de hecho, en que el nuevo equipo gestor emprenderá los planes que tenga que emprender para poner en valor esa franquicia. La situación particular del Popular no ha afectado tanto al resto como las peculiaridades en sí del ejercicio 2016, marcado por factores singulares, como las reclamaciones por cláusulas suelo o saneamientos extraordinarios, que han obligado a aumentar las provisiones. Y ahí tampoco hay actuado del mismo modo y al mismo ritmo todos los bancos. A alguno de ellos le ha pillado con el paso cambiado. Ha insistido, no obstante, en la importancia de hacer todo lo posible para que las relaciones de las entidades con los clientes sean de confianza con productos más sencillos y más transparentes. El impacto de las cláusulas suelo, en concreto, sigue donde estaba: 2.000 millones, pero no hay cálculo todavía sobre los gastos de formalización de hipotecas. Inevitable hablar de las fusiones, después del mensaje del FMI pero, según Roldán, dirigido a los bancos europeos, no españoles. Habrá fusiones aunque transfronterizas, "sin etiquetas nacionales", dentro de la Unión Bancaria, y no antes de diez o 15 años. Rafael Esparza