Esta mañana de lunes ha presentado sus resultados de 2018 el grupo Unicaja: 153 millones de euros, un 10,2% más que en 2017. El mercado que a media sesión estaba ligeramente bajista (-0,7% el Ibex 35 y -0,5% el Índice General de la Bolsa de Madrid, IGBM) lo ha acogido como buenos y la acción subía un 0,8%.

El margen de intereses ha crecido en 2018 un 3,1%, lo que es un buen dato, sobre todo en comparación con el sector. Sin embargo, el margen bruto apenas crece en el mismo año (+0,2%). Destaca entre ambos márgenes el comportamiento de las comisiones, el componente más importante ente ambos márgenes, que permanecen estables porque está claro que la competencia entre entidades no permite ya más a estas seguir apretando a los clientes con este concepto. Son los gastos generales, que se reducen en un 1,4%, lo que permite a la entidad mostrar un crecimiento del margen de explotación del 4,3%, que no está mal. Todo ello referido a 2018. Sin embargo, el ratio de eficiencia de la entidad sigue siendo malo (58,3%) en 2018 a pesar de la evidente mejora (en 2017 fue de 59,2%).

Y el proceso de fusión con Unicaja no está, ni mucho menos, concluido. Todavía hay mucho que negociar

Es, por último, la reducción del deterioro en el valor de los activos (provisiones y variaciones en sus valores de mercado) del 22%, lo que impulsa el fuerte crecimiento del beneficio antes de impuestos (+47%), igualmente para el periodo que nos ocupa. Pero claro, tantos años pagando pocos impuestos como consecuencia de las fuertes pérdidas por morosidad, principalmente, tenían que acabarse ya y el fortísimo crecimiento de la factura fiscal (pasa de 1 millón de euros en 2017 a 53 millones de euros en 2018) nos dejan al final el resultado comentado al principio (153 millones de euros de beneficio en 2018) que ha crecido un no desdeñable 10,2% en 2018.

La calidad de los activos, como en toda la banca española, está mejorando. El ratio de morosidad ha caído durante el ejercicio 2018 hasta el 6,7% desde el 8,7% de hace un año, pero sigue siendo alto, y el de cobertura, aunque bajo, lo que no es bueno, ha mejorado, alcanzando el 53% al cierre de 2018 frente al 50% del cierre de 2017.

La liquidez, tanto a corto plazo como la estructural, es francamente alta, así como la solvencia, que alcanza un 15,4% en 2018 y ha crecido mucho (14,6% en 2017).

Sin embargo, las rentabilidades son muy bajas en esta institución. La de los activos 0,3% y la de los recursos propios un 4%, ambas en 2018 y sin aparentes mejoras respecto de 2017 (en el que cerraron en el 0,2% y el 4,1%, respectivamente). Con estas rentabilidades, y a pesar de su conversión en banco, le puede ser difícil a la institución capitalizarse a través del recurso al mercado, salvo que dé entrada a un grupo de control que cambie la gerencia del mismo.