Las cuentas de Sacyr de 2019, presentadas este viernes, son buenas en general. El Ebitda (beneficio bruto de explotación) aumentó un 25,1% y alcanzó los 676,7 millones de euros gracias, principalmente, al negocio concesional del grupo (80% del Ebitda). El aspecto menos positivo fue el aumento del 6,6% de la deuda, que cerró el ejercicio en 4.315 millones de euros, si bien es cierto que la deuda con recurso al accionista cerró diciembre en 848 millones, 290 millones menos que al cierre de 2018.

La cifra de negocios creció en todas las áreas salvo en Industrial, que cayó un 33%, hasta los 352,3 millones de euros. Todo lo demás creció a buen ritmo: Ingeniería e Infraestructuras (+21%, hasta 2.074 millones), Concesiones (+27%, hasta 1.007 millones) y Servicios (+6%, hasta 1.136 millones). En total, la cifra de negocios aumentó un 10% y alcanzó los 4.169,4 millones de euros. El negocio concesional fue, sin duda, el principal protagonista del ejercicio, con un beneficio neto de 44,8 millones de euros, seguido de Ingeniería e Infraestructuras, que ganó 34,5 millones.

Todo esto está muy, hasta que sale a relucir la participación del 8,2% en Repsol, y que ha provocado que Sacyr perdiera 297 millones en 2019. Es una pérdida contable, como señala la compañía, pero pérdida al fin. Recordemos: Repsol perdió 3.816 millones en 2019, lo que obligó a Sacyr imputarse un resultado extraordinario de -272 millones. Al final, la contribución de la petrolera al beneficio de Sacyr fue de -354 millones. Un desastre, aunque contable. Lo peor, la revisión a la baja del valor en libros de esa participación, que ha pasado de 16,79 euros a 13,93 euros por acción. Por cierto, en 2006, Sacyr compró el 9% de Repsol a 25,32 euros por título.

Una prueba de que en conjunto se trata de unos buenos resultados es que es uno de los pocos valores del mercado continuo al alza en una jornada negra para el Ibex 35.