En la lectura de las cuentas anuales de una energética, en este caso de Naturgy, siempre surge la cuestión de la maldecida energía nuclear, recurso por el que, en el periodo electoral nuevo, pasan todos los partidos políticos de puntillas ante el temor social generado por los pocos accidentes nucleares de la historia, que ha convertido a dicha energía en una prima que se cargaba en nuestros recibos del consumo eléctrico en forma de moratoria nuclear, como reflejo de la purga social que debíamos pagar por osar haberla “inventado”.

A tener en cuenta al hilo del cambio climático: la contaminación mata más personas al año que la energía nuclear a lo largo de toda su historia 

Los resultados de Iberdrola han sido estupendos y los de Naturgy no se quedan atrás. Gana en los primeros nueve meses 901 millones de euros batiendo todo tipo de previsiones, y todo ello en un proceso de ejecución de inversiones en renovables de especial relevancia, con un total de 400 millones. Debemos considerar que en el curso anterior por estas fechas el resultado negativo fue de 3.040 millones, consecuencia de deterioros de activos por importe de 4.900 millones. En cualquier caso, sin tener en cuenta este tipo de ajustes, en el ejercicio pasado el incremento del beneficio ha sido del 13%

En este esquema, su resultado bruto de explotación ha quedado fijado en 3.290 millones de euros, con un incremento del 10,6%. Dicha evolución se justifica por el aumento de infraestructuras en Europa, con un aumento del 6,8% y del 42,8% en el caso de Chile, Argentina y Brasil. El área de gas y electricidad ha experimentado un incremento del 0,5% en un escenario de moderación de precios.

Las inversiones acometidas se reducen un 29%, hasta los 1.120 millones, destacando los 400 millones en renovables 

Desde el ámbito del balance, el pasivo se redujo un 1,1% hasta cifras de 15.133 millones. Las inversiones acometidas también se redujeron en un 29%, hasta los 1.120, si bien, y tal y como hemos comentado antes, se han concentrado 400 millones en renovables. Gracias a ello se ha producido un incremento de su capacidad instalada en este tipo de inversiones en un 25%, con un total de 1.500 megavatios (MW). Las inversiones fuera de España son especialmente relevantes, y de manera especial en Chile y Australia, con presencia de la energía solar y eólica, respectivamente.

En definitiva, y enlazando con nuestro análisis de Iberdrola, insisto, tengan cuidado cuando voten el día 10 de noviembre, o quizá nuevamente dentro de seis meses, cuando piensen en los recursos energéticos futuros, en la contaminación, en el cambio climático, en la cuenta de resultados o en la energía nuclear. Quizá sea el momento de dejar de opinar sobre este recurso y hacer caso a los científicos, a valorar que la nuclear es una opción existente y, a largo plazo, que las inversiones futuras podrán ser recuperables y que quizá no sea tan peligrosa. O quizá no, ¡qué sé yo, que soy economista!