• La operación de las dos compañías aporta 255 millones al beneficio de la eléctrica, que cae un 4,7% (827 millones).
  • El revés en los ingresos por la menor generación se traslada al Ebitda, que baja un 8,2%, 1.861,6 millones.
  • El negocio de distribución y las aportaciones de México y EE.UU. compensan los disgustos en Reino Unido.
  • Aumentan las inversiones un 13,4%, básicamente, para el negocio de redes, renovables y generación contratada.
  • Y la deuda financiera neta aumenta en 346 millones y se sitúa en 29.760 millones.

Las aguas parecen no fluir por la cuenta de resultados de Iberdrola. Y es que quizá la pertinaz sequía de la que ya en su momento se quejaba Don Quijote de la Mancha ha tenido efecto en sus beneficios, dados sus menores ingresos procedentes de la actividad de generación hidroeléctrica. No obstante, si bien lo de la Mancha posiblemente tenga más que ver con el carácter converso del Gran Caballero con tan magna meseta, cierto es que la generación eléctrica, consecuencia de la actividad eólica, ha sido especialmente interesante. Gamesa ha evitado una gran caída de resultados del primer trimestre de Iberdrola. Aun así, el beneficio neto se ha situado en los 827 millones, un 4,7% menos, que, tal y como están las cosas, parece un mal resultado. Es así si no fuera porque parte de la culpa, como siempre, es de Montoro por la subida de tributos por los altos precios de mercado en España. La voracidad recaudadora digna de un partido morado se ha tornado azul, y a este paso torna la cuenta de resultados en un color rojo carmesí, digno color de la bella Dulcinea. Si en los datos anteriores no se hubieran tenido en cuenta los beneficios corrientes de 256,2 millones en el primer trimestre -consecuencia de la operación de fusión de Gamesa con Siemens Wind, que ha aportado 255 millones-, la caída del molino habría sido excepcionalmente dolorosa. Incluso el bálsamo de Fierabrás poco habría podido hacer. Pero es que fuera soplan mejores vientos que en la Península, al menos en el continente. En este orden de cosas, el resultado bruto (Ebitda) refleja una caída del 8,2%, hasta los 1.861,6 millones de euros, consecuencia de la actividad de generación y la evolución de clientes en España, con menor producción hidroeléctrica  -este año, llover parece que no toca- y de la subida de tributos que ya hemos comentado. En nuestro país, se produjo de manera concreta una fuerte disminución del 44% en la producción hidroeléctrica y por una menor producción del resto de tecnologías renovables (-12%). La producción de centrales de carbón y gas compensó la caída de estas, con aumentos del 70% y del 27%, respectivamente. De todas maneras, parece que el problema -y en este caso otra mancha- está al otro lado del Canal de La Mancha (todo queda entre canales, o entre machas en el canal), en Reino Unido: el cierre de alguna central en 2016 ha tenido un efecto importante. La reducción de la demanda y los mayores costes, así como los menores vientos, han herido de muerte, literariamente hablando, los resultados de la eléctrica. No obstante, mucho tiene que decir el aumento de un 47% de las pérdidas procedentes del resultado financiero, con un incremento de 65,8 millones, debido a la menor aportación de los ingresos por los derivados.  Y a eso se une el hecho de que el flujo de caja operativo también se reduce, un 2,4%. Todo un puñado de virtudes que ni tan siquiera el gran Cervantes habría podido convertir en una magna obra literaria. ¿Algún quitamanchas?: además del crecimiento en el área de distribución, también cuentan las aportaciones adicionales del negocio en México y Estados Unidos, al otro lado del charco. Por otra parte, la inversión ha crecido en un 13,4%, hasta algo más de los 1.000 millones de euros. Un 93% se destina a los negocios de redes, renovables y generación contratada. La deuda financiera neta se sitúa en 29.760 millones de euros, un incremento de 346 millones con relación al cierre del ejercicio anterior, justificado por las actividades de inversión. Finalmente, resaltar la vuelta del dividendo en efectivo. Los fondos de inversión hartos ya de tanto papel han presionado lo suficiente para que fluya el dinero evitando la dilución permanente de sus participaciones sociales, manía con la que abrió el mercado Iberdrola en 2011. Rodrigo de Silos rodrigode@hispanidad.com