Tal y como publica en el día de hoy la patronal bancaria AEB, la banca española obtiene una ganancia de 7.120 millones de euros hasta el mes de junio, a lo largo del primer semestre del año, un 2,3% más respecto al mismo periodo del ejercicio anterior. Evidentemente, estos datos dejan constancia de la menor necesidad de reconocer deterioros de valor, la posibilidad de mantener los márgenes recurrentes de la cuenta de resultados y la clara contención de los costes.

Explicado de otra manera, lo que nos viene a indicar es que la adecuada coyuntura nacional –lamentablemente temporal dado el efecto del genial Pedro Sánchez–, permite reconocer menos riesgos en la cuenta de resultados, que la banca se ha adaptado, a través de “too big to fail” (que podríamos traducir, de forma libérrima, como lo grande no puede caer y si cae, lo levantamos entre todos), a un nuevo entorno y a productos que pueden ofrecer una rentabilidad adecuada y continuada y, sobre todo, que la reducción de costes se instrumentaliza en una lenta y progresiva clausura de sucursales para adaptarse al nuevo mercado tecnológico. No debemos olvidar que hace unos días BBVA anunciaba, y parece que no es broma, su entrada en el negocio de venta de productos frescos, toda una innovación en la era digital.

En este entorno, el frescor de la actividad de la Banca March siempre resulta una agradable sorpresa. Una entidad menor, con una actividad muy concreta y un nicho de mercado perfectamente identificado aumenta sus beneficios un 14,8% hasta los 52 millones de euros. Su modelo de negocio se ve fortalecido, como consecuencia de unas ratios financieros y de capital firmes: una morosidad baja, de tal sólo el 2,89%, cuando para el conjunto de los grupos bancarios que operan en España es actualmente del 4,4%; unos niveles de solvencia del 20,97%, cuando tal medida en términos de capital CET1 se sitúa en el 10,8% para el conjunto de los grupos bancarios; y una liquidez LRC del 259,21%, uno de los más altos de Europa. Sin duda, la concentración de su actividad en la financiación de la empresa familiar resulta evidente, con un incremento de los ingresos por asesoramiento del 28,7% y un incremento de la inversión crediticia del 5,7%. A este respecto debemos tomar como referencia la caída del 0,7% del crédito a la clientela del conjunto bancario español.

A todo ello podemos agregar el adecuado funcionamiento de la Banca Privada y Patrimonial de la Banca March, con incrementos en todos los parámetros de su actividad: volumen de negocio un 5% más, número de clientes un 19% superior y un conjunto de recursos fuera de balance superior en un 6,1% a los datos del ejercicio anterior, cifras todas ellas en línea o superiores a los objetivos marcados por la entidad, en un entorno caracterizado por la volatilidad y, sobre todo, por la incertidumbre de la retirada de estímulos monetarios y de financiación por parte del BCE.

Sin duda, su concentración de actividad en Baleares es una evidencia de que la creación de segmentos de mercado puede ser una virtud. La ventaja competitiva en dicha comunidad refleja un aumento de la inversión crediticia en Baleares de un 5,7% más, y con una ratio de morosidad especialmente baja, de tal sólo un 1,46%. Finalmente, los activos fuera de balance reflejan un incremento del 13,5%, datos todos ellos que invitan a darse una vuelta por las Islas.

Por solvencia y liquidez, se sitúa a la cabeza de Europa

En definitiva, el negocio de la Banca March permite convertir a la entidad en una referencia clara de la banca privada y patrimonial, en una boutique de productos financieros que se adapta a las necesidades particulares de un conjunto de clientes adecuadamente seleccionados. La duda que nos queda es si realmente resulta necesario vender productos frescos, si es necesario crecer tanto o si el riesgo de la banca procede del ámbito tecnológico.

Vistos los datos, parece que no, o al menos no tanto, pese al compromiso de la entidad en este terreno: ha puesto en marcha un ambicioso plan de transformación digital con un plazo de ejecución de tres años, que supondrá una inversión de 75 millones de euros y la incorporación de 50 profesionales. 

Y, sobre todo, en el eje del negocio, banca patrimonial, personal o privada (como quieran llamarlo) y banca corporativa, la transformación de fondo iniciada por Juan March de la Lastra (en la imagen), consiste en acabar con las ‘subcontratas’, para gestionar activos desde sus propias filas. Y el asunto ha dado resultado.

Y luego está lo de Corporación Financiera Alba, de la que el banco posee un 20%. Pero esa es otra historia que, por el momento, no gestiona March de la Lastra, hijo de Carlos March Delgado y sobrino de Juan March Delgado. El sucesor ha pasado la prueba. Ahora ya nadie le discute.