• El plan de González se va a la porra si Rajoy no se marcha y cede la presidencia del Gobierno… a otro miembro del PP.
  • Rivera colabora mano a mano con González: Rajoy vete e investimos a tu sucesor, a ser posible joven y no contaminado.
  • Rajoy ya le ha contestado que "no están para inventos" y que "nadie dice al PP lo que tiene que hacer".
  • Pero en el PP tampoco están dispuestos a que Rajoy sea el problema si no es la solución.
  • El PP sabe que durará menos que un caramelo en la puerta del colegio si el candidato no es Margallo, Soraya, Guindos o algún otro veterano.
  • Pedro Sánchez mide sus fuerzas, este sábado, en el Comité Federal del PSOE. 
La indefinición en PP y PSOE sobre la investidura se mantiene, a pesar de que el ciudadano de a pie suspira confusión. No es para menos, aunque también siguen los plazos para negociar y evitar una temida convocatoria de nuevas elecciones. Y mientras tanto Mariano Rajoy (en la imagen, este viernes, en Valladolid) y Pedro Sánchez juegan con los tiempos, como es natural. Las dos opciones para resolver el sudoku pasan, inevitablemente, por esos dos grandes protagonistas. En los dos está la clave del embrollo. En el primero, porque no contempla la posibilidad de marcharse, y en el segundo porque aprovecha esa circunstancia para insistir en un acuerdo con Podemos; o sea, en el Frente Popular. El debate se ha avivado tras la oferta envenenada de Pablo Iglesias a Sánchez, sin previo aviso y después de ver al camarada Felipe VI. Fue el mismo día, viernes, 22, en el que Rajoy, ¡oh cielos!, anunció que no se someterá a la investidura por falta de apoyos. Desde entonces los dos han jugado con los tiempos, como decía, y en medio ha terciado el ex presidente socialista Felipe González. Es la opción intermedia, como les explicó Hispanidad: un pacto de investidura, no de legislatura ni de gobierno, que permitiría gobernar al PP, pero no a Mariano Rajoy. González abundó en ese mensaje en la entrevista en El País: el PSOE no puede traicionar ni sus principios ni la integridad territorial de España. Son dos amenazas que vienen del nuevo comunismo de corte venezolano (el ex presidente no se anduvo por la ramas) o de un pacto con independentistas, machacones con su derecho a la autodeterminación. Es el trasfondo con el que se reúne este sábado, 30, el Comité Federal del PSOE. Sánchez va a insistir en negociar su investidura con la formación de Pablo Iglesias y otros partidos independentistas (de los que necesita al menos la abstención), pero se va a encontrar con la oposición con una buena parte del partido que piensa como Felipe González, que eso sería un suicidio político para los socialistas. Pero el problema está en la compleja aritmética parlamentaria, sobre todo porque necesitaría la abstención del PP y también de Ciudadanos, a pesar de un hipotético acuerdo con Podemos, Izquierda Unida y los nacionalistas canarios (CC) y vascos (PNV). Pero contando también con la abstención de los independentistas de ERC y Convergència. Sánchez insistirá ante el Comité Federal en esas negociaciones pero chocará con la vieja guardia del PSOE, alineada con la tesis de González, y también con líderes territoriales de mucho peso, como la andaluza Susana Díaz, o de menos, como el asturiano Javier Fernández. Entre el resto de líderes autonómicos hay de todo. Ahora bien, el problema del endiablado cruce de posibilidades y pactos está también en Mariano Rajoy. Si el presidente en funciones se atrinchera en Moncloa y en el PP viene a ser lo mismo que el naufragio de la vía abierta por González para un pacto de investidura.  No sólo eso, también la mejor coartada de Sánchez para abundar en su idea de pactar con Podemos. En otras palabras, todo pasa también por la salida de Rajoy para evitar un pacto PSOE-Podemos. A esa exigencia se ha sumado Ciudadanos, clave en esta historia, con tanto entusiasmo como para rechazar la investidura de Sánchez su pacta con Pablo Iglesias. Albert Rivera tiene claro que podrían apoyar a otro candidato del PP, pero siempre que no sea Mariano Rajoy, sobre todo después de la trama de corrupción en la Comunidad Valenciana, y a ser posible que sea joven y no contaminado. Trabaja en la misma línea que Felipe González y sabe que su apoyo a uno o a otro (con el sí, el no o la abstención) es decisivo. Pero la contestación a Ciudadanos ha llegado este viernes del propio Rajoy, en Valladolid, donde ha presidido la junta directiva del PP en Castilla y León. Ha insistido en que el PP "toma sus propias decisiones y nadie nos va a decir lo que tenemos que hacer". Y ha añadido que "no estamos para inventos, para poner al quinto de la lista, para traer a uno de fuera...". En otras palabras, sigue enrocado. Es el mismo mensaje hacia afuera -de momento, qué remedio- de Soraya Sáenz de Santamaría tras el Consejo de Ministros: cierre de filas con Rajoy. Pero en el PP son conscientes, paralelamente, que Rajoy tendrá que irse: si no es la solución, como parece, tampoco puede ser un problema. Como ya les hemos contado, el Rajoy no es también un clamor en el propio PP. No sólo en el PSOE y Ciudadanos. Y no son poco los que quieren suceder a Rajoy, aunque todo está supeditado a la voluntad del líder de apartarse. Hispanidad les ha adelantado nombres: Soraya Sáenz de Santamaría, Alfonso Alonso, Cristina Cifuentes o los ministros de Exteriores, García Margallo, y de Economía, Luis de Guindos. Los dos últimos son bien vistos en Europa y han tenido su protagonismo, reconocido, en la política económica y en las credenciales de España en el exterior. ­Rafael Esparza rafael@hispanidad.com