• ¿Conspiración para la rebelión? Puede.
  • La juez Lamela es progre, pero eso no sé si conviene a la hora de luchar contra el separatismo catalán.
  • Puigdemont puede ser candidato mientras no sea condenado y no estar inhabilitado. Y no lo será antes del 21 de octubre.
  • Otra cosa es que políticamente interese que Puigdemont siga siendo el candidato.
  • Porque Junqueras empieza a cansarse de Puchi y de la nueva Convergencia.
  • Y ojo con el pacifismo militante de Junqueras.
Ahora resulta que la juez Carmen Lamela, de profesión progresista, se ha convertido en la admirada magistrada de la derecha nacional. Pues no sé yo si meter en la cárcel al Govern y perseguir a los huidos en Bruselas -la otra parte de la Generalitat- es una buena idea para el Partido Popular. En primer lugar, los delitos de rebelión y sedición implican violencia y ya se sabe que los separatistas juegan a violencia psicológica, es decir, a lo que juega todo pacifista: provocar e injuriar hasta enervar al adversario. Está la vía intermedia de incitación a la rebelión, concepto al que parece aludir la juez Lamela y que no sale por 30 años sino por 7,5. Pero en este tipo penal no es fácil individualizar la responsabilidad de la conspiración. Quedan, eso sí, los delitos de malversación y prevaricación, fáciles de demostrar y evidentes en el gobierno de Carles Puigdemont. Ahora bien, el primero conlleva entre 2 y 6 años e inhabilitación y el segundo sólo inhabilitación. En cualquier caso, tal vez lo mejor sería inhabilitar a esta panda de majaderos que componía el Gobierno Puigdemont. Luego está el segundo problema. Como bien aclaró el portavoz del Gobierno, Méndez de Vigo, tras una reunión del Consejo de Ministros donde se palpaba la tensión (todos están contra Soralla y su forma rígida de llevar el caso catalán pero nadie se atreve a enfrentarse a ella públicamente), mientras no sean condenados, hasta Puigdemont, el huido cobardón, puede ser candidato a la Presidencia de la Generalitat. Y antes del 21 de diciembre no serán condenados. Eso sí, Oriol Junqueras está muy harto de Puigdemont y de la antigua Convergencia. Sabe que la lista única, incluido la CUP, si quisiera es lo ideal, pero no está dispuesto a ceder la primacía a Convergencia y, además, piensa que Convergencia no suma nada. Tengan en cuanta que, además, Junqueras tiene la llave maestra de todo este proceso: el pacifismo. Ya saben, la 'violencia psicológica'. Nosotros, los soberanistas, somos muy pacíficos, simplemente te tocamos las narices hasta que estalles. Entonces es cuando pasamos de pacifismo a víctimas de la represión del Estado. No, Mariano Rajoy no las tiene todas consigo. Sobre todo, porque el pacifismo de Junqueras y la paranoia victimista que asola a la sociedad catalana, también a una buena parte de la Cataluña no independentista, dificulta una salida acordada que es, en efecto, la única solución posible cuando un proceso político, como es el caso, se interpreta como una injuria personal. Eulogio López eulogio@hispanidad.com