Algunos estudiosos de la masonería -ejemplo, Manuel Guerra- aseguran que Mariano Rajoy es masón. Y el susodicho parece empeñado en darles la razón. De otra forma, no se entiende su ilustrado discurso globalista en Buenos Aires. Por cierto, en Buenos Aires ejercía de profesor, en Europa se amilana como alumno ante Merkel y compañía.

El presidente del Gobierno español se despedía de Argentina con un canto a la globalización. Recordaba a aquellos viejos directivos del FMI que en los años noventa del pasado siglo acudían al África Negra (perdón, subsahariana) para explicar a los negros (perdón, subsaharianos) que debían hacerse su propio plan de pensiones para salir de la miseria. Sí, un plan de jubilación para una población cuya esperanza de vida no alcanzaba los 45 años.

Habló Rajoy de ‘América Latina’, la denominación favorita del NOM para Hispanoamérica

El profe Rajoy explicó en Buenos Aires que globalización es desarrollo y que, en el país del peronismo, justicialismo nacionalista- lo que debían hacer los argentinos es olvidar los mitos nacionalistas y populistas.

Muy curioso sí Señor, por cuanto no se le ocurrió referirse a la necesidad de una globalización simétrica, donde a la libertad de movimientos de capital y de bienes y servicios, se unan la libertad de movimientos de trabajadores y personas. Y, también, que en las unidades supranacionales, como la Unión Europea, que Rajoy ponía como modelo a los argentinos, a la nivelación de movimientos financieros se debía unir, también, una cierta nivelación de rentas.

He llegado a la conclusión de que si Rajoy es masón, debe tratarse de un masón ilustrado, absorbido por las bombillas, pero los hijos de la viuda no siempre son profundos (ya se sabe: aman la luz y hasta a Lucifer).   

Por supuesto, don Mariano habló de valores, que a los masoncetes les encantan los valores. La verdad es que en los únicos valores que cree don Mariano es en los valores bursátiles.

Y la habitual prepotencia masoncilla: quien se oponga a la globalización está fuera del sistema

Y más: casi todas las veces, el inquilino de la Moncloa habló de América Latina, otra de los modismos favoritos del Nuevo Orden Mundial (NOM), insuperable horterada creada por Napoleón III.

Para el NOM, existe un mundo civilizado, el anglosajón, y luego el otro, el de los mariachis, que es latino y huele mal, a pesar de que en ninguno dl os dos mundos se hable latín. En cualquier caso, los latinos son unos parias a los que sólo conviene mantener en su condición de consumidores, eternamente pobres y eternamente dependientes. Para un español, descendiente de los que crearon la hispanidad, no está mal, Mariano.

Eso sí, otra nota masoncilla, del aborto –la actual batalla en Argentina- se negó a hablar. El derecho a la vida no hace elegante.