• En concreto a Ignacio González le echaron los servicios secretos.
  • Hablamos de una coalición PP-PSOE, frente a Ciudadanos y Podemos, naturalmente.
  • Para hacer boca, Rajoy busca un acuerdo con una Susana Díaz, vencedora en Andalucía.
  • Mientras, el Aznarismo prepara la refundación del Partido Popular.
  • Sobre todo, si Mariano y Soraya se la pegan en las andaluzas de marzo y en las municipales de mayo.
  • Eso sí, Aguirre ha quedado desprestigiada ante su gente tras aceptar la Alcaldía.
  • En el Aznarismo -cosas veredes, Sancho- se vuelve a hablar de los 'principios' del PP: ¡Qué cosas!

Ya lo decía el anterior del anterior jefe del Estado, un tal Francisco Franco: "joven, es mejor ser mudo que tartamudo". La aniquilación de Ignacio González, ejecutada por Mariano Rajoy y su ahora inseparable Soraya Sáenz de Santamaría, fue obra del CNI, la inteligencia del Estado que ha controlado durante toda la legislatura, con algún paréntesis por cabreo de Rajoy con su segunda, la vicepresidenta. Ella es la responsable de las llamadas cloacas del Estado.

De hecho, el CNI ha cocinado un prefabricado de tiempo atrás, el famoso ático de Marbella, con la correspondiente trasferencia al llamado periodismo de investigación, que ha hecho el resto del trabajo. A continuación se le ha permitido a la propia Soraya, vencedora que nombre a su chica en Madrid, Cristina Cifuentes, y se ha asegurado la defenestración de Esperanza Aguirre -que ha quedado muy mal con los suyos- como presidenta del partido en Madrid.

Y es que ya se sabe que, en etapas de fin de ciclo, como la que vive la agotada partitocracia española actual, los servicios secretos son los que mandan. Ocurrió en la Transición a la Democracia y empieza a ocurrir ahora.

Podría añadirse también que en este tipo de periodos de cierre mandan los burócratas, gente con más disciplina que principios. Y la reina de la burocracia española -con alta cualificación técnica, no lo olvidemos- es, hoy, por hoy, Soraya Sáenz de Santamaría.

Veamos, Rajoy no es tonto aunque sus formas le hagan parecer un estafermo. Pero carece de principios firmes, no cree en nada. Soraya es como él sólo que con más capacidad retórica y dialéctica.

Ahora bien, el problema es que los mandamases del PP están dispuestos a aceptar a una pareja que no cree en nada siempre que gane elecciones. El problema es cuando las pierde. Y entonces es cuando ha llegado la rebelión interna del PP.

Rebelión que, ojo al dato, no capitaneará Aznar (Aznar está muerto y, además, el aparato del partido le reprocha que nombrara sucesor al desnortado Mariano) sino… no se sabe quién. Basta con los barones regionales y viejos ministros hoy alejados de la política, quienes le recuerdan a Rajoy que no ha tocado el aborto (la verdad es que Aznar tampoco lo hizo) ni el homomonio y cuya política económica ha consistido en una socialdemocracia de impuestos altos. Insisto: todo eso se aguanta mientras se triunfe electoralmente: el problema es que, ahora mismo, Rajoy está a las puertas del fracaso. Es el momento de recordar… 'los principios'.

No sólo el PP, también el PSOE anda errante por el desierto. Por eso, Rajoy ya tiene la alternativa a su previsible fracaso en Andalucía y a su más que previsible fracaso en las autonómicas y municipales de mayo. De entrada, posibilitar el gobierno de Andalucía por parte de Susana Díaz. Eso, como base para una gran coalición entre PP y PSOE. Un pacto al que es ajeno Pedro Sánchez (nadie le hace ni caso) e incluso, por el momento, Carme Chacón. En definitiva, el acuerdo es entre Mariano Rajoy y Felipe González, quien apadrina tanto a Díaz como a Chacón (que no a Sánchez).

Hablamos de una gran coalición a la alemana entre populares y socialistas, frente a Ciudadanos y Podemos. Como se descuiden, a lo mejor estas dos formaciones también podrían aliarse contra el binomio PP-PSOE.

Pero el aparato del PP sigue lamiéndose las heridas. Muchos ya hablan de refundación de partidos, especialmente en las sedes regionales clásicas como Castilla, La Rioja, Valencia, Madrid, etc. Menos en Galicia, donde Núñez Feijóo aún cree en un triunfo electoral del PP y en llegar a suceder a Rajoy por vías internas.

Y todo esto demuestra que en España se ha impuesto el pensamiento débil, es decir, el CNI. Esta forma de no-pensar se caracteriza por el posibilismo. Si es posible, entonces hay que hacerlo, sea bueno o malo.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com