Según RTVM, su Consejo de Administración ha aprobado por unanimidad las Cuentas Anuales de la compañía y el Informe de Gestión y el Estado de Información no Financiera del ejercicio 2020 presentado por el director general, José Pablo López. Según el ente público, este ha sido un ejercicio marcado por la irrupción de la crisis sanitaria de la Covid-19, y que se ha cerrado, una vez más, en equilibrio presupuestario, a pesar de la menor aportación pública con respecto a la previsión del Contrato Programa de no haber contado con ninguna aportación pública extraordinaria  -al parecer a José Pablo no le llega con los 74,8 millones de subvención de la CAM-, y pese al impacto negativo de la Covid-19 sobre las cuentas, con una reducción de ingresos publicitarios y gastos extraordinarios para hacer frente a la nueva situación provocada por la pandemia. 

Radio Televisión Madrid ha cerrado el ejercicio con un Resultado de Explotación positivo de 791.000 euros y un Resultado Neto también positivo de 684.000 euros. La compañía no incurre en déficit de explotación y cumple, por tanto, con lo establecido en la Ley de Estabilidad Presupuestaria y Sostenibilidad Financiera y en la Ley de Comunicación Audiovisual de 2010. Pero, lo cierto es que para que las cuentas sean claras, habría que restar a los 74,8 millones de subvención de la Comunidad de Madrid esos 684.000 euros. Y esos algo más de 74 millones de euros es lo que ha costado a los madrileños Telemadrid.

En definitiva, lo que se presenta como un resultado positivo es un desastre en el que los madrileños le pagamos a Telemadrid unas 92 veces los fondos que genera. Curioso orgullo. Y eso después de su más brillante aportación a la programación de una tele pública: los programas del corazón, del rosa al verde, de carísima factura... y con un hondo sentido de servicio público.

Respecto a la audiencia, el comunicado de la cadena pública destaca que Telemadrid y LaOtra han encadenado tres años de crecimiento y han cerrado 2020 con un 6,3% de share, el mejor dato de los últimos nueve años. Con razón José Pablo no se va ni aunque le echen. Y su ideología de género, tampoco.