No me sorprende cierta curiosidad, no exenta de morbo, por saber si se abriría la ordenación sacerdotal a los casados y probados diáconos permanentes, que una de las reflexiones finales del Sínodo proponía a la consideración de Francisco. ¿Es sociológicamente relevante? En una sociedad en que las estadísticas de bodas civiles y religiosas no hacen sino bajar, ¿qué relevancia social tiene que unos cuantos curas sean casados? Además, cada vez hay menos casados. El vínculo entre sacerdocio y celibato sin duda tiene su relevancia teológica, espiritual y disciplinar dentro de la Iglesia Católica, ¿es por esto por lo que el texto tarda en salir? Especulación, ya iremos viendo.

Centrar la mirada ahí sería errar el blanco y dilapidar energía positiva, el Sínodo amazónico ha dejado centrados ante el Papa dos temas de gran envergadura: la mujer y la ecología. El Papa ya ha hecho una sincera y clara apuesta por el verde y lo femenino, y tira de la Iglesia en esa dirección con convicción. Creo que son temas urgentes y serios, y además son de todos.

El Papa ya ha hecho una sincera y clara apuesta por el verde y lo femenino, y tira de la Iglesia en esa dirección con convicción

¿Le entienden los católicos? ¿Le entienden los ecologistas? ¿Le entiende el feminismo? No está resultando fácil para algunos católicos hacerse cargo y aceptar el mensaje, este puede ser recibido en clave política: “Un papa que se mete en estos temas, ¿es de izquierdas?, ¿qué hace metiéndose en esas cosas en vez de ir a lo suyo: lo espiritual y trascendente?” ¿Chirría la fe da algunos hacia el pontífice? Tampoco debe resultar fácil para alguien no católico, periodista o político -pongamos por caso-, encontrar claves distintas de las que están al uso para entender y transmitir la noticia: “Mira, ahora el Papa se hace uno de los nuestros”, o “¿Qué hace este hombre en nuestro terreno?”, o “¡Por fin, ya era hora de que la Iglesia asumiese estos cambios, aunque seguro que los de dentro no le dejan!”, quizás se oigan algunos: “¡A buenas horas!”

El desconcierto es comprensible. ¿Desde dónde enfocar la big picture? Enfocando el verde. Hay sinergia entre la preocupación provocada por los datos de la ciencia en la sociedad y que se refleja en las cumbres sobre el cambio climático -la última celebrada en Madrid por la situación de Chile-, y el pensamiento del papa Francisco y el Sínodo: la creciente sensibilidad ecológica es compartida, pues asumen el urgente desafío del cambio climático. El Sínodo amazónico continua así la franciscana lectura de la situación hecha en ‘Laudato Si’.

Asume lo verde desde su valoración de la persona, entendiendo el ecosistema como el hogar común 

A toda causa justa se suman cierto número de oportunistas, advenedizos e incautos atraídos por el poder, la moda, la presión social y el postureo. ¿Es el caso de Francisco?

Con Francisco la Iglesia asume lo verde desde su valoración de la persona: hoy pensar en verde es cuestión de derechos humanos que son indisociables del ecosistema. Este es entendido no como un jardín botánico sino como el hogar común, inclusivo de las personas que formamos parte de él con toda nuestra realidad. Usa una lógica de la ‘y’ que acomuna e incluye, no una dialéctica de la ‘o’ que divide y enfrenta: no “o el hombre o el planeta”, sino “el hombre y el planeta”.

Lo verde en la Iglesia descansa en tres ideas. Primera, el mundo es creación, esto es: don, huella, mensaje, criatura de Dios, digno de respeto y cuidado, no plastilina a disposición del capricho del poder. Segunda, el hombre es persona, esto es: mezcla de creación y creador, parte a defender, en peligro, agredido en sus derechos, inseparable del drama ecológico que es también un ataque a su dignidad; de primera mano sabe Francisco sobre la violación de tantos derechos humanos en la Amazonia vinculados causalmente con el desastre ecológico; saber humilde que reconoce que la respuesta eclesial no siempre está a la altura. Tercera, la Iglesia quiere ir en serio porque este mundo está creado en Cristo y sólo con Cristo es sanable de raíz: si el hombre cura colaborará a cuidar y curar el planeta, si el hombre está en armonía interior podrá estar en comunión con los demás y el ecosistema.

Este mundo está creado en Cristo y sólo con Cristo es sanable de raíz

La Iglesia de Francisco se perfila como un aliado serio de esta justa causa de todos. No veo un postureo de empresa que busca un sello verde de corrección política, ni la impostura de un tacticismo defensor de cuotas de mercado religioso. Hay una asunción directa del problema que se percibe injertado en el corazón de la Iglesia, aún a riesgo de ser malentendida por los suyos y a sabiendas de que sus razones no son plenamente coincidentes con otros. En este mundo global, al católico, como a todos, le toca crecer en responsabilidad y formarse para un mundo abierto en que el juego de la comunicación tiene grandes ventajas, pero que no es apto para actitudes comodonas. Con unas o con otras razones, con todos sus desacuerdos, profundos a veces, los que se hacen cargo de lo que está pasando pueden unir sus fuerzas y trabajar juntos sin pretender pensar lo mismo.

Enfocando lo femenino. El Sínodo ha puesto sobre la mesa el papel de la mujer en la Iglesia desde la realidad de la Amazonia. Son muchas las protagonistas y líderes que sacan adelante comunidades ,donde sin ellas no habría más que la nada. Con eficacia silenciosa dan vida al Pueblo de Dios y sirven a sus pueblos amazónicos, donde el varón y el cura están desaparecidos. Es de justicia reconocerlo, pero las medallas no son lo importante.

Acoger su don y dar -que ella tome- todo el juego a la mujer en la Iglesia sin clericalizarla es una gran oportunidad

La necesidad empuja y pone a la mujer en roles que hace años serían impensables, y no solo en la Amazonia. También Francisco intenta contar con la mujer en puestos claves de responsabilidad dentro de las estructuras del Vaticano que le ayudan en su pastoreo y gobierno. Más allá de la necesidad y de la justicia, nos encontramos en una situación privilegiada para que la Iglesia aproveche la oportunidad asumiendo el desafío. Oportunidad de que la mujer des-clericalice ámbitos y funciones que el devenir histórico ha impregnado de clericalismo, la mujer supone hoy una oportunidad de superar el clericalismo que tiene mucho que ver con mentalidades de poder. Pero el riesgo, y ahí está el desafío, radica en acoger a la mujer en ámbitos y funciones, hasta ahora clericalizados, clericalizándola a su vez. El clericalismo no es patrimonio de curas clericales, es transversal: hay clérigos clericales, monjas clericales, laicos clericales, mujeres clericales. También los hay que no. Acoger su don y dar -que ella tome- todo el juego a la mujer en la Iglesia sin clericalizarla es una gran oportunidad, sería un regalo en línea con el constante anticlericalismo de Francisco, quizás en la línea del feminismo de la ‘tercera mujer’ de Lipovetzsky, tan real como discutido. Estaríamos ante una nueva hora de la mujer en la Iglesia. La Iglesia necesita y se toma sus tiempos. El futuro está abierto, veremos.

 

José Antúnez Cid

Catedrático de Filosofía Sistemática. Facultad de Filosofía UESD. Madrid