Lo digo con profunda tristeza, que uno es periodista, no bloguero, y porque, repetiré una vez más, Mark Zuckerberg es un cantamañanas y Facebook un patio de comadres.

Ahora bien, en las redes sociales anida todo lo mejor y todo lo peor. Sí también todo lo peor. Por ejemplo: el insulto cobarde del anonimato o, al menos, perpetrado desde la lejanía.

Lo malo es que las redes sociales son, asimismo grandes multinacionales, son el poder. Pero internet continúa siendo inabordable

Pero en tiempos de tiranía, que son los que está permitiendo el coronavirus, cuando todo político, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, sin ir más lejos, se comportan como déspotas aprovechando el miedo histérico de la población a morir, como unos déspotas y encima es aplaudido por ello, cuando los ‘Señores de la Prensa’, los grandes editores, pactan con el poder para que sólo se oiga una sola voz, y cuando, ¡Ay dolor!, es el propio pueblo pide a través del inefable José Félix Tezanos, del CIS, que hable una sola voz, la de Moncloa, y se silencien las otras, cuando, en resumen, un pueblo como el español se comporta de forma cobarde porque tiene miedo a la muerte, al virus, cuando ese pueblo sufre Síndrome de Estocolmo, suplicándole a sus secuestradores, el gobierno, que haga aún más duro el encierro domiciliario… entonces, créanme, hay que acogerse a la incontrolable Internet para salvar la libertad. De entrada, la libertad de expresión.

Y sí, repito: la verdad ya no circula por los medios de comunicación sino por Facebook. Lo digo con pena y con rabia, que estoy orgulloso de esta noble profesión de periodista. Pero ahora mismo estamos viviendo la tenebrosa paradoja de que los periodistas andamos más preocupados por el rigor que por la verdad (si somos rigurosos y políticamente correctos nadie nos podrá pillar en un renuncio), mientras los españoles libres siguen soltando verdades de a puño por el WhatsApp. Telegram, Twitter o Facebook sin preocuparse por si hablamos de 1.000 o de 1.001. Ya saben: cuanto más cerca del peligro más lejos del daño.

No me extraña que el poder quiera censurar las redes sociales, presuntas hacedoras de bulos: no hacen más que cantar verdades. La libertad se ha refugiado en las memes

No me extraña que el poder quiera censurar las redes sociales, presuntas hacedoras de bulos: no hacen más que cantar verdades. Ni me extraña que los grandes editores, otra cara del poder colabore con Moncloa en esa censura y en ese ninguneo. Lo que me preocupa es que los periodistas colaboremos con ello.

La libertad de expresión se ha refugiado en las memes.